Bieito Rubido, en
su Astrolabio de hoy en ABC, entiende como chocante que Pedro Sánchez pida responsabilidad a Pablo Casado, flamante presidente del
Partido Popular. Juzga que es una “osada actitud”. “Hay otra parte de España –señala
Rubido--que le pide lo mismo a él, quien parece dispuesto a cualquier cosa con
tal de poder usar el avión oficial. De Sánchez, que todavía no ha dado una
rueda de prensa en España, sólo sabemos que le gusta hacer fotos poco
auténticas y que se muestra inclinado a escuchar a los independentistas frente
al clamor del resto de España. Esa actitud infantil, y un tanto egocéntrica,
suele crear un régimen en el que los que gobiernan tienden a anteponer su
peripecia y biografía personal a la verdadera responsabilidad social”. Bueno,
al menos hemos sabido los españoles que el Aeropuerto de Castellón, aquel caro
capricho de Carlos Fabra con estatua
incluida y terminado en 2011, ha servido ahora para algo aparentemente útil,
tras aquel primer vuelo comercial, un chárter
de Air Nostrum transportando al
equipo de fútbol Villarreal el 14 de
enero de 2015, con destino a San Sebastián. Ahora, digo, ha servido ese aeropuerto
fantasma para transportar al presidente del Gobierno y a su consorte al concierto de la banda estadounidense "The Killers" en
el Festival Internacional de Benicàssim.
El coste del “Falcon” que pusieron las FAS al servicio del jefe del Gobierno fue cercano
a los 15.000 euros. A mi entender, una tremenda irresponsabilidad. Desde el Gobierno se intentó “rebozar” ese
viaje con una justificación absurda, una visita institucional al ayuntamiento
de Castellón de la Plana, donde vio a la alcaldesa, Amparo Marco, y mantuvo una reunión informal con el presidente de
la Generalitat, Ximo Puig. Vamos,
que no cuela. Pedro Sánchez ocupó un
palco lateral del auditorio junto a su consorte y a la diputada
socialista en el Congreso Susana Ros.
Disponer de avión oficial mola como a un niño un tiovivo de feria. Hay precedentes.
Ya en 1988, siendo Alfonso Guerra
vicepresidente del Gobierno con Felipe
González, “uso de un Mystére de la Fuerza Aérea Española,
enviado especialmente desde Madrid, para eludir una cola de varios kilómetros
en la frontera portuguesa de Vila Real de Santo Antonio. Guerra, que regresaba
a España tras pasar unos días de vacaciones en la región portuguesa del
Algarve, fue increpado por numerosos automovilistas que aguardaban en Vila Real
una cola de varios kilómetros para tomar el transbordador hacia la localidad
onubense de Ayamonte cuando pretendió colarse. El vicepresidente del Gobierno desistió entonces de cruzar el
paso fluvial y regresó a la localidad lusa de Faro, donde le recogió el Mystére con rumbo a Sevilla”. (El País, 5 abril de 1988). La historia
se repite. ¿Quién paga esos osados excesos? ¡Pues quién va a ser, los de
siempre! Ya lo dijo Carmen Calvo Poyato,
actual vicepresidenta del Gobierno, con aplomo y soltura, siendo ministra de
Cultura en el Gobierno de Rodríguez
Zapatero: “El dinero público no es de nadie”. A mi entender, para proseguir
con los derroches sin cuento no era necesaria una moción de censura. Como dijo Unamuno en el Paraninfo de la
Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936: “Vencer no es convencer”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario