El
pasado 18 de mayo el Consejo de Ministros aprobaba el Real Decreto 293/2018 de
acuerdo con la normativa europea, para que los establecimientos comerciales se
vean obligados a cobrar por las bolsas de plástico que dispensan. Un Real
Decreto que entró en vigor el pasado 1 de julio. El Gobierno no fija el precio,
pero ofrece en el Real Decreto un anexo con precios orientativos. Para las
bolsas de más de 15 micras se propone un precio de 15 céntimos por unidad. Lo
veo bien si es por respeto al medio ambiente. Pero hay algo con lo que yo, como
consumidor, no estoy de acuerdo. A mi entender, las bolsas que se despachan y
se cobran al usuario no deberían llevar publicidad alguna del establecimiento.
No parece que sea de recibo que, encima de tener que pagar la bolsa, anunciemos
al comercio que la expende, es decir, que los clientes que portamos la bolsa hacemos propaganda del
comercio que nos la ha facilitado y vendido sin recibir nada a cambio por el
hecho de anunciarles. Ese detalle también debería haberlo tenido en cuenta el
Gobierno en su Real Decreto. Pero no, se ha limitado a señalar unos “precios
orientativos” que no todos respetan. En definitivas cuentas, siempre será una
forma barata de publicidad para las tiendas que las distribuyen. Por esa razón
habría que exigirles a las tiendas que las bolsas que nos despachan y cobran
estuviesen libres de anuncios publicitarios. A mi entender, la publicidad hay
que pagarla. ¿Acaso llevan gratis los taxis la publicidad en sus puertas? ¿Y
los autobuses urbanos? ¿Y las marquesinas y mupis anuncian gratis?
Definitivamente, al ciudadano le toman por idiota. O es que tal vez seamos
somos tontos y no lo sabemos. ¿Quién no va haciendo publicidad de ropa cuando
lleva puesto un polo con un conocido cocodrilo? Un artículo, en este caso el
polo en cuestión, por el que ha pagado una cantidad considerable sólo por el
hecho de poder lucir la marca. Al conducir nuestro coche también vamos haciendo
publicidad de la marca y tampoco le exigimos al concesionario que elimine los
distintivos, o que nos pague por hacerle publicidad. Y ya el colmo llega cuando
bajo la matrícula trasera del vehículo te colocan el nombre y el teléfono del
concesionario que te lo ha vendido sin pedirte permiso. Sí, creo que somos
lerdos, que los comerciantes lo saben y de eso se aprovechan.
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