miércoles, 21 de abril de 2010

El científico don Evo

¡Válgame san Cojoncio la que ha montado Evo Morales con el tema de los pollos! Una de dos: o comemos ese auténtico pollastre de corral como el que nos servían en el restorán con motivo de un casamiento por la Iglesia, naturalmente, durante la época del hambre, o estamos los europeos condenados a ser en poco espacio de tiempo sarasas calvos. Este personaje de origen indígena, de suéteres de lana de camélido y de abundante mata de pelo, hoy octogésimo cuarto presidente de Bolivia, nos ha salido un erudito a la violeta con aires de científico capaz de hacer sombra al mismísimo Eduardo Punset. El antiguo sindicalista del Trópico Cochabambino, el coronado Túpac Amaru al que la ONU declaró Héroe Mundial de la Madre Tierra por su lucha ecologista, nos deslumbra ahora con importantes descubrimientos. Resulta que, siempre según don Evo, la homosexualidad y la alopecia son consecuencia directa del abuso de transgénicos. Y todo por malcomer pollos picantones, o pollos tomateros, rebosantes de hormonas femeninas. Pero, por aquello de que el Bernesga pasa por León, don Evo también le ha dado un varapalo al refresco “Coca-Cola”, como genuino emblema del capitalismo. O sea, en Europa la mitad de los ciudadanos somos o seremos calvos por consumir pollos picantones, sopa de “avecrem” con fideos, alas con jengibre al ajo y fricasé; y la otra mitad, homosexuales redomados. O ambas cosas al mismo tiempo. Respecto a la bebida refrescante por él citada, parece ser que sólo sirve como desatascador de desagües. No sé que hubiere dicho al respecto el oscense Julio Alejandro de Castro Cardús, que además de guionista de Luis Buñuel en su etapa mexicana y marino mercante, guisaba el mejor pollo a la chilindrón de que se tiene memoria. Murió mientras charlaba con Rafael Azcona. ¡Menos mal! Seguro que escuchado a don Evo Morales, le hubiese dado un síncope de inmediato. Pero de haber caído su “Breviario de los chilindrones” en manos del prócer boliviano, éste hubiera cambiado su discurso en esa “Primera Conferencia Mundial de Pueblos sobre el Cambio Climático y la Madre que le Parió.” Vamos, seguro.

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