martes, 13 de abril de 2010

La vida en un guión

Leo en las páginas de El País que “la vida de Mario Conde llegará a la pantalla en forma de miniserie producida por Boomerang”. A mi entender, el ex banquero y abogado del Estado no precisa en modo alguno que le forjen un guión. Su recorrido durante los últimos veinte años está presente en todas las hemerotecas y en gran parte de los cronicones de la Piel de Toro. En la actualidad, Conde, que no pierde aceite ni pierde con su negocio del aceite, también participa en la tertulia televisiva “El gato al agua” y dispone de un blog personal, en mi opinión asaz atractivo. A las cadenas de televisión les ha dado de un tiempo a esta parte por las biografías: el Rey, la Reina, Suárez, Ana de Éboli... Los guiones biográficos han cristalizado en un recurso de provecho para libretistas de cine, de televisión, e incluso para escritores que arden en deseos de acudir a esa rifa dudosa de los premios literarios. En ocasiones hasta se permiten los autores retozar con los protagonistas, fabricando insólitos giros con retornos al pasado y su vuelta al presente. Carlos Rojas, con su “El ingenioso hidalgo y poeta Federico García Lorca asciende a los infiernos”; John Kennedy Toole con “La conjura de los necios”, sobre la vida de Ignatius J. Reilly; o Maruja Torres, que con su “Esperadme en el cielo” maneja a sus amigos muertos, Terenci Moix y Manuel Vázquez Montalbán con innegable desenvoltura. No le resulta difícil apandillarse con ambos genios en el Más Allá; y , a partir de ese antecedente, maniobrarlos como si fuesen de plastilina con el añadido de facilitarles el ardid del gracia de la omnipresencia, o sea, Hollywood, Alejandría, el Raval barcelonés de la posguerra, o el madrileño Parque del Retiro. También es verdad que el “Nadal” ya no es lo que era.

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