lunes, 12 de abril de 2010

De vergüenza

La página web del Vaticano (www.vatican.va) difunde estos días una guía redactada en 2003, cuando Ratzinger, siendo cardenal, era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Dicha guía, que si no fuese patética más bien parecería sacada de “La Codorniz”, hace referencia al fenómeno de la pederastia considerada dentro de las normas del clero. Curiosamente, dicho sea de pasada, nos enteramos ahora de que insignes cardenales cobraron años atrás del morfinómano y pedófilo Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo, casi 500 millones de euros por “comprar” su silencio. La guía que ahora nos ocupa consta de tres apartados. En el primero de ellos se hace referencia al procedimiento preliminar, señalando que “cuando se produzca una denuncia de abuso a un menor por un clérigo, la diócesis local será la encargada de investigar el hecho”. En el segundo apartado se informa de los procedimientos autorizados por la Congregación: “una vez que esté en manos del dicasterio, éste puede pedir más información. El acusado podrá presentar recurso; pero, en el caso de ser declarado culpable, se le puede expulsar al estado laical. En la tercera parte, la guía explica qué sucede cuando los delitos son muy graves. Curiosamente, esos delitos y todos los demás prescriben diez años después de que el menor haya alcanzado la mayoría de edad. O sea, la Congregación para la Doctrina de la Fe no dice nada sobre la obligación de proceder de inmediato a denunciar al pedófilo en los Tribunales de Justicia. Por otro lado, da por hecho que, pasado el tiempo de diez años, al que fuese niño ultrajado ya no le queda trauma alguno. Y, finalmente, la Iglesia Católica, en caso de abusos graves del clérigo, se limita a facturale a gastos pagados a la vida civil para que continúe haciendo de las suyas; es decir, meando fuera del tiesto. Vamos, de vergüenza.

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