jueves, 16 de marzo de 2017

La Monarquía desde un enfoque holístico





Un enfoque sociológico holista considera y analiza el comportamiento de los individuos como una consecuencia de la matriz social en la que se encuentran. Pues bien, dicho eso, entiendo que las sepulturas de los reyes sirven para que, pasado el tiempo y con motivo de alguna restauración del lugar donde se hallan depositados sus restos, se les exhume y se les practique con rigor un estudio antropológico. Tal fue el caso, por ejemplo, de Enrique IV de Castilla en el Monasterio de Guadalupe en 1946, o de Juan II de Castilla, de su esposa, Isabel de Portugal, y del infante Alfonso, en 2006, llevado a cabo en la Cartuja de Miraflores. En este segundo estudio antropológico, llevado a cabo por Luis Caro Dobón y María Edén Fernández Suárez, ambos de la Universidad de León, se puso de manifiesto que el esqueleto de Juan II estaba casi completo y que de Isabel de Portugal sólo quedaban varios huesos. Del infante Alfonso no tengo conocimiento que se dijera nada. Este infante, muerto en 1468, fue pretendiente al trono con el nombre de Alfonso XII. Sobre Enrique IV de Castilla existe un serio ensayo de Gregorio Marañón (Espasa- Calpe,  núm.196 de la colección Austral) en el que se cuenta su exhumación la noche del 19 de octubre de 1946 con autorización del cardenal-arzobispo de Toledo. Escribe Marañon: “...había dos cajas de madera, lisas, del siglo XVII. En una de ellas se encontraban los restos momificados de la Reina Doña María, envueltos en un sudario de lino, cuya momia no ofrecía materia de estudio. En la otra caja, los restos de Enrique IV, envueltos en un damasco brocado del siglo XV, sudario de lino, restos re ropa de terciopelo, calzadas o borceguíes...”. Yo no sé si sería conveniente hacer parecidos estudios antropológicos de los reyes y consortes de la cripta de El Escorial por saber de qué pasta estaban hechos los 26 personajes que contienen los sepulcros de mármol. Faltan dos reyes de la Casa de Borbón: Felipe V,  que está en La Granja de San Ildefonso, y Fernando VI, que fue enterrado en las Salesas Reales, en Madrid. En la cripta de El Escorial tampoco están los restos de Amadeo I,  depositados en la basílica de Superga, en Turín, ni los restos de José I,  que permanecen en Los Inválidos, en París. En El Escorial están todas las consortes reales, excepto Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, que llegó a vivir cinco reinados y una regencia, o sea, los reinados de sus dos hijastros, Luis I y Fernando VI, el de su hijo Carlos III, los dos reinados de su marido y regente de Carlos III, tras la muerte de Fernando VI. También fue madre de un rey y dos reinas: Carlos (1716-1788), que ocuparía los tronos de Nápoles-Sicilia y de España con el nombre de Carlos III; María Ana Victoria (1718-1781), casada  con José I de Portugal y María Antonia Fernanda (1729-1785), esposa de Víctor-Amadeo III (Turín, 1726-Moncalieri, 1796) duque de Saboya y rey de Cerdeña entre 1773 y 1796.Está enterrada en La Granja. Curiosamente, en el lugar correspondiente a las consortes reales está la sepultura de Francisco de Asís de Borbón Dos Sicilias, marido y primo de Isabel II.  Llegados a este punto, nada mejor que leer La corte de los Milagros, de Valle Inclán. Francisco de Asís fue un auténtico amanerado y sobre él se cuenta una graciosa anécdota: cuando el general O'Donnell se despedía de Isabel II antes de partir a la guerra de África, en 1860, y al comentarle la reina que de haber sido hombre ella le habría acompañado, Francisco de Asís añadió: "¡Lo mismo te digo, O'Donnell, lo mismo te digo!".

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