Un enfoque sociológico holista considera y analiza el
comportamiento de los individuos como una consecuencia de la matriz social en
la que se encuentran. Pues bien, dicho eso, entiendo que las sepulturas de los
reyes sirven para que, pasado el tiempo y con motivo de alguna restauración del
lugar donde se hallan depositados sus restos, se les exhume y se les practique
con rigor un estudio antropológico. Tal fue el caso, por ejemplo, de Enrique IV de Castilla en el Monasterio
de Guadalupe en 1946, o de Juan II de
Castilla, de su esposa, Isabel de
Portugal, y del infante Alfonso,
en 2006, llevado a cabo en la
Cartuja de Miraflores. En este segundo estudio antropológico,
llevado a cabo por Luis Caro Dobón y
María Edén Fernández Suárez, ambos
de la Universidad
de León, se puso de manifiesto que el esqueleto de Juan II estaba casi
completo y que de Isabel de Portugal sólo quedaban varios huesos. Del infante
Alfonso no tengo conocimiento que se dijera nada. Este infante, muerto en 1468,
fue pretendiente al trono con el nombre de Alfonso
XII. Sobre Enrique IV de Castilla existe un serio ensayo de Gregorio Marañón (Espasa- Calpe, núm.196 de la
colección Austral) en el que se
cuenta su exhumación la noche del 19 de octubre de 1946 con autorización del cardenal-arzobispo de Toledo. Escribe
Marañon: “...había dos cajas de madera,
lisas, del siglo XVII. En una de ellas se encontraban los restos momificados de
la Reina Doña
María, envueltos en un sudario de lino, cuya momia no ofrecía materia de
estudio. En la otra caja, los restos de Enrique IV, envueltos en un damasco
brocado del siglo XV, sudario de lino, restos re ropa de terciopelo, calzadas o
borceguíes...”. Yo no sé si sería conveniente hacer parecidos estudios
antropológicos de los reyes y consortes de la cripta de El Escorial por saber de qué pasta estaban hechos los 26 personajes
que contienen los sepulcros de mármol. Faltan dos reyes de la Casa de Borbón: Felipe V, que está en La Granja de San Ildefonso, y Fernando VI, que fue enterrado en las
Salesas Reales, en Madrid. En la cripta de El
Escorial tampoco están los restos de Amadeo
I, depositados en la basílica de
Superga, en Turín, ni los restos de José
I, que permanecen en Los Inválidos, en París. En El Escorial están todas las consortes
reales, excepto Isabel de Farnesio,
segunda esposa de Felipe V, que llegó a vivir cinco reinados y una regencia, o
sea, los reinados de sus dos hijastros, Luis I y Fernando VI, el de su hijo Carlos III, los dos reinados de su
marido y regente de Carlos III, tras la muerte de Fernando VI. También fue
madre de un rey y dos reinas: Carlos (1716-1788), que ocuparía los tronos de
Nápoles-Sicilia y de España con el nombre de Carlos III; María Ana Victoria (1718-1781), casada con José
I de Portugal y María Antonia Fernanda (1729-1785),
esposa de Víctor-Amadeo III (Turín,
1726-Moncalieri, 1796) duque de Saboya y rey de Cerdeña entre 1773 y 1796.Está
enterrada en La
Granja. Curiosamente, en el lugar
correspondiente a las consortes reales está la sepultura de Francisco de Asís de Borbón Dos Sicilias,
marido y primo de Isabel II. Llegados a este punto, nada mejor que leer La corte de los Milagros, de Valle Inclán. Francisco de Asís fue un
auténtico amanerado y sobre él se cuenta una graciosa anécdota: cuando
el general O'Donnell se despedía de
Isabel II antes de partir a la guerra de África, en 1860, y al comentarle la
reina que de haber sido hombre ella le habría acompañado, Francisco de Asís
añadió: "¡Lo mismo te digo, O'Donnell, lo mismo te digo!".
No hay comentarios:
Publicar un comentario