jueves, 9 de marzo de 2017

Tomar el rábano por las hojas





No se deben crear molestias donde no existen. Leo en la prensa aragonesa que “el concejal de Servicios Públicos, Alberto Cubero, confirmó ayer, durante la festividad de san Juan de Dios, patrón de los bomberos, que el Cuerpo no podrá volver a celebrar misa en sus instalaciones, una tradición que se remonta a 1953 y que este año ha tenido que cambiar de ubicación por orden municipal”.  Ello se produce “en cumplimiento del programa de Zaragoza en Común”. A Pedro Santisteve, alcalde de Zaragoza, habría que recordarle que el patrón del Cuerpo de Bomberos es san Juan de Dios, elevado a los altares por el papa Alejandro VIII en 1690, y que en los actos religiosos de ese día se tiene por costumbre evocar a los bomberos fallecidos. Confundir laicidad con aconfesionalidad es una forma de sacar las cosas de quicio. La costumbre es la repetición de actos tolerados que adquieren fuerza de ley. El Estado es aconfesional, según declara la Constitución Española; es decir, que no reconoce como religión oficial ninguna, pero tiene la obligación de facilitar a las diferentes creencias sus prácticas, como queda establecido en su artículo 16.1. Pedro Santisteve debería preocuparse de tratar de aminorar la tremenda deuda municipal dejada por el socialista Belloch; de mantener limpia la ciudad; de podar  convenientemente los plátanos de sombra en la avenida de san Juan de la Peña; de evitar que las terrazas hosteleras produzcan malestar en el descanso de los vecinos; de incrementar los servicios sociales; etcétera. Es larga la lista. A ningún ciudadano, al menos que yo sepa, le causa fastidio que el Cuerpo de Bomberos celebre una misa en el parque de la calle Valle de Broto una vez al año, donde se honra a su patrono y se recuerda a los compañeros fallecidos. El señor Santisteve justifica su posición afirmando que “va en línea con el laicismo que debe imperar en instalaciones y servicios de la Administración”. Eso es, a mi entender,  un despropósito inadmisible. Ya puestos, que no abran los policías locales a lomos de caballos los desfiles procesionales por las calles zaragozanas durante la Semana Santa. ¿Iría ello en línea con ese laicismo del que hacen gala? Eso sería tomar el rábano por las hojas.

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