Escasea el trabajo, los robots suplen muchos puestos en las cadenas de montaje de automóviles y
electrodomésticos, los ordenadores han quitado administrativos en las oficinas, los
tractores ejecutan la labor de muchos braceros en el medio rural, etcétera. Ya
no existe faena para todos y pretender reducir la tasa de desempleo por parte
del Gobierno pronto resultará un vano intento. En España hemos ido más lejos
todavía. Los empresarios contratan a dos trabajadores por el precio de uno, a
ser posible como autónomos, por evitar
su parte de aportación a la Seguridad Social y quitarse de encima farragosos problemas
laborales. Pero aquí, como en el circo, existe el más difícil todavía. Ahora
resulta que las señoras que ejercen el oficio más antiguo del mundo, las
prostitutas, están que trinan. Según leo en El
Español, las prostitutas de Barcelona “critican que se les relegue a un
objeto sin alma y envían mensajes a los clientes para concienciarles de las
diferencias que hay entre ellas” y las muñecas hinchables. “Rechazan la idea de
ser substituidas por las sex doll,
como se les llama a estas muñecas, que esperan a sus clientes con la ropa que
ellos quieren y en la posición que ellos han decidido, siempre que hayan
efectuado la reserva. Todo, por un módico precio de 80 euros la hora; 150
euros la hora y media, y 170 euros las dos horas de servicio”. A mi
entender módico no parece que sea el encuentro con la Barbie.
Esta moda se ha importado de Estados Unidos y de la Europa con la que todos
soñamos y a la que pertenecemos. Los de mi generación siempre esperábamos
encontrar en un burdel, por encima de otras satisfacciones, a una mujer que nos
escuchase con atención y aliviase nuestra soledad. El resto era una vulgaridad.
Y la generación de nuestros padres y abuelos, que vivían con menos prisa, esperaban su turno en la butaca de una sala
de espera leyendo la Tercera de ABC.
Lo de ahora es diferente. Con las sex doll siempre quedará el consuelo de que el cliente no será
interrumpido en su monólogo, ni pillará ladillas ni purgaciones de garabatillo, y se ahorrará el Salvarsán y el suplemento de
la hortera copa de Benjamín.
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