La fuente de Cella, un
pozo artesano que data del siglo XII vuelve a tener agua después de una
tremenda sequía. Pero lo mejor es que
podrá dar vida a tres acequias que riegan seis pueblos: Villarquemado, Santa
Eulalia, Torremocha, Torrelacárcel, Alba y Villafranca. Para los habitantes de
ese municipio turolense, el nivel de agua de la fuente da idea de cómo se está
produciendo el cambio climático. Ni los más ancianos del lugar habían visto
seca esa fuente, como ha ocurrido en los últimos tiempos. El hecho de que la
fuente haya vuelto a tener agua a niveles apreciables se debe en gran parte a
las últimas nevadas. Para los cellanos,
esa fuente situada en el Camino del Cid
es todo un símbolo de riqueza que dejó en desuso un anterior acueducto romano
que desde Albarracín llevaba las aguas del Guadalaviar hasta esa ciudad, que
entonces era un poblado. El acueducto romano tenía una longitud de 18 kilómetros y una
achura de medio metro. Debido a los cambios de nivel del terreno, el acueducto
entre Albarracín y Gea de Albarracín discurría a dos metros de altura y a
partir de ese punto tuvo que soterrarse a 30 metros de profundidad.
La fuente de Cella tuvo su raíz en una concesión del obispo Torroja para que los miembros de la Orden del
Temple pudiesen asentarse en su
castillo en 1177. Aquel pozo artesiano de forma ovalada fue arreglado por Domingo Ferrari entre 1729 y1731. En la actualidad el castillo
templario está en ruinas. La propiedad de la fuente le fue otorgada al Justicia
de Aragón José Izmir en 1685. En “La Bailía
General de Aragón y sus oficiales (siglos XVI – XVII)”, José Ignacio Gómez Zorraquino señala (página.31) que “...el paso del doctor Xulbe al
cargo de juez de encuesta propició que el 24 de mayo de 1673 la reina Mariana de Austria diese la merced de
la asesoría al doctor José Izmir (o Esmir) y Vayetola...”. La administración
del riego quedó regulada por unas Reales Ordenanzas y Providencias de1772.
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