De la misma manera que existen los planes de de
desratización y de control de especies invasoras, como cotorras argentinas o
siluros, entiendo que sería conveniente que los ayuntamientos dictaran normas
para que las terrazas y veladores no impidiesen la circulación peatonal por las
aceras. Leo en El Correo de Andalucía
que en Sevilla los hosteleros están que trinan. Consideran “ilegal” las medidas
adoptadas por la Gerencia
de Urbanismo y entienden lesionados a
sus intereses con la prevista y necesaria reordenación de los espacios
peatonales. Ignoro si tales medidas producirán un lucro cesante a los dueños de
esos establecimientos, pero la realidad es que está resultando incómodo
transitar por las aceras del Casco Histórico de la Ciudad Hispalense.
A todo ello habría que considerar que los ciudadanos tienen derecho al descanso
y a que no haya vocerío debajo de su ventana a altas horas de la noche. Todo
sea dicho, la proliferación de terrazas fueron en su día autorizadas por el Municipio en su afán recaudatorio, puesto que
se cobran tasas en función de las sillas y mesas “plantadas” en suelo urbano.
Pero la razón que exponen los hosteleros sevillanos, la de que dan trabajo a camareros de mesa, no parece que sea una
razón de mucho peso, si se considera que muchos veladores son de autoservicio.
En el caso de Sevilla, visitada anualmente por cientos de miles de turistas de
todo el mundo, habrá que recurrir a las estadísticas para dejar las cosas
claras. Alfredo Sánchez Monteseirín
(PSOE) dejó la Alcaldía
con 9.635 veladores y con 76.689 parados; y Juan Ignacio Zoido (PP), actual ministro de Interior, dejó la Alcaldía cuatro años más
tarde con 13.679 veladores y 84.470 parados. Por tanto, no existe una relación
inversamente proporcional entre veladores y desempleados, como se quiere dar a
entender por parte de la Asociación de Hostelería de
Sevilla. Juan Espadas (PSOE), actual
alcalde, desea recuperar las aceras para los peatones. Así de simple.
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