viernes, 16 de junio de 2017

Los fríos y las calores




Dice el humorista Dani Latorre que Zaragoza tiene tres estaciones: “invierno, verano y la Intermodal”. En esta última estación, en la Intermodal, están reunidas las otras dos. En verano el viajero se ahoga de calor y en invierno se puede morir de frío en los andenes. La Intermodal es la estación de la tos perruna, al igual que dicen los de Pucela que el Estadio José Zorrilla  es el de la pulmonía y de otros constipados. El primero que lo denominó de esa guisa fue Francisco García Gómez, alias  Paquito,  siendo entrenador del Real Valladolid, como contaba Santiago Hidalgo Chacel (El Norte de Castilla, 9/4/12). Contaba Hidalgo que “a finales de febrero de 1982 (el estadio se había inaugurado el 20 de febrero de aquel año), como todas las tardes, Paquito  respondía por teléfono a las preguntas de su interlocutor, Javier González, de cómo estaba el equipo, cómo se había entrenado, si tenía dudas en el once. En estas Paquito, que ya había sufrido las inclemencias de un estadio al que le faltaba toda la grada que cerraba el fondo norte y por donde se colaba un frío y un viento helador, le comentó a Javier: ‘Este no es el Estadio Zorrilla; hace un frío de la leche, es el estadio de la pulmonía'. El plumilla aprovechó estas declaraciones literales para subirlas al titular de ese diario”. Seguía contando Santiago Hidalgo que “la ocurrencia de Paquito tenía unos claros precedentes. En su Oviedo natal, su padre tenía una sidrería, el Bar Pachín, en la calle Milicias Nacionales del centro de la ciudad. Esta era una vía ancha donde el viento aprovechaba para entubarse y correr libre hacia el Parque de San Francisco”. (...)  “Cuando el 13 de abril de 1982 Real Madrid y Sporting de Gijón se disponían a disputar la final de la Copa del Rey en Valladolid, el 'estadio de la pulmonía' quiso reivindicarse con toda la fuerza del mundo y hasta los propios monarcas llegaron a comentar el frío que habían pasado. En algunos círculos, incluso, alguien comentaba que la reina Sofía llegó con faldas y se marchó del campo con pantalones”. En ambos lugares, en la Intermodal zaragozana y en el Estadio Zorrilla, bueno sería que colocaran sendos bustos del escocés Alexander Fleming que, dicho sea de paso, tantas vidas salvó con la Penicilina en los hospitales de campaña durante la Segunda Guerra Mundial al evitar la gangrena gaseosa en miles heridas de metralla infectadas.

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