Mañana, día de san
Antonio de Padua, saldrá Idoia López
Riaño en libertad después de haber cumplido 23 años en prisión, el último
de ellos en Zaballa, en Nanclares de Oca, por su permanencia al comando Madrid.
La Tigresa, o Margarita, que ambos fueron sus alias dentro del grupo terrorista,
se ha acogido a la vía Nanclares.
Todo el mundo necesita una segunda oportunidad, también Idoia. Todo ese tiempo
entre rejas hace cambiar al más pintado. Ya sé que los 12 guardias civiles
asesinados en la madrileña plaza de la República Dominicana
corrieron peor suerte. También los familiares de aquellos defensores del orden.
Si malo es asesinar a unos padres de familia, peor, si cabe, es el dolor que se
produce a aquellos que quedan huérfanos. Nada para ellos vuelve a ser igual. O
el dolor de los padres de las cuatro niñas asesinadas, junto a otras ocho
personas, en diciembre de 1987 en el cuartel de la Guardia Civil de
Zaragoza. Hoy esas niñas tendrían 42, 37, 36 y 33 años. Pese al tiempo transcurrido,
en sus familias no hay más que vacío, un vacío perpetuo. Hubiesen merecido
mejor suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario