Vale, de acuerdo que el artísta es libre para expresarse y
que una buena fotografía vale más que mil palabras. En los diversos medios se
ha criticado hasta la saciedad el cartel de la trigésima segunda edición de la Feria del Libro en Zamora. En ese cartel
aparece una mujer desnuda de espaldas con un libro abierto a modo de alas, con
las manos tapándose el trasero y escoltada por dos libros que vuelan como
sendas palomas mensajeras. Es como una invitación al tolle,
lege agustino sobre un facistol de carne y hueso. Personalmente me encanta
leer y, también, un bonito cuerpo de mujer. Lo que sucede es que ambas cosas
superpuestas, como soporte visual de un cartel que invita a la lectura, es algo
reprobable por lo que tiene de machista. Cosa distinta hubiese sido, a mi
entender, que el libro estuviese colocado abierto y de forma simbólica sobre el
cuerpo de un arcángel a modo de alas. Como los siete arcángeles y los
innumerables y serafines alados no tienen sexo, la percepción de la realidad
hubiese sido distinta. O sobre la espalda de un hada de cuento. Las hadas
cantan, bailan, ayudan a los agricultores, protegen las cosechas y saben
el día exacto en que brotaran las primeras flores. Son tan misteriosas como el
contenido de los libros antes de su lectura. El cartel zamorano fue premiado
con 100 euros en libros y la impresión del nombre de su autor en el propio
cartel. Lo importante es que los zamoranos, como el resto de españoles, se
relajen, se concentren, lean y se sumerjan en la trama de una historia, o en un
sesudo ensayo lleno de notas al pie y de prudente sabiduría. Seguro que serán
más felices.
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