No llego a entender cómo
Mariano Rajoy puede acusar a
Pedro
Sánchez de jugar con el prestigio de España por algo en lo que no están de
acuerdo, o sea, la posición del secretario general del PSOE con respecto al
tratado de libre comercio entre la
UE y Canadá.
Martínez-Maillo va más lejos todavía y
señala que “ahora hay dos Podemos: uno rojo y otro morado”. Bueno, menos mal.
Ya sólo falta el color amarillo para que dibujemos
bandera legal de la Segunda República,
eliminada de cuajo por un puñado de golpistas que hace ochenta y un años provocaron
una guerra civil por la que
se alzaron
con el santo y con la peana, donde se apropiaron de lo propio y de lo ajeno y
donde crearon un régimen fascista posterior que duró cuatro décadas. ¿El
prestigio de España, dice usted?
Se lo
han cargado los políticos corruptos que afloran del charco de la indecencia un
día sí y otro también. El prestigio de España se perdió el día que
Adolfo Suárez
no quiso hacer un referéndum sobre la forma de Estado por temor a que los
españoles nos inclinásemos por la
República, prefiriendo que los españoles votásemos una
Constitución, la del 68, donde quedase incluida dentro del “lote” la Monarquía Parlamentaria
y que, en consecuencia, en España fuese rey el
Borbón propuesto con anterioridad por
Franco. El prestigio de España se perdió el día que Rajoy dejó de
dotar con el dinero necesario para que se desenterrasen los esqueletos de
ciudadanos que lucharon por la libertad y que continúan en las cunetas y barrancos.
España, que se entere Rajoy, es el país con mayor número de desapariciones
después de Camboya; es decir, más de 140.000 ciudadanos, según estimó
Baltasar Garzón, entre la Guerra Civil y la posterior
dictadura. Un grupo de trabajo de la
ONU constató que la
Ley de Memoria Histórica de 2007 tuvo un
efecto muy escaso. Salvo algunas excepciones, como el Ayuntamiento de Málaga,
que financió la exhumación de la fosa común de su cementerio, recuperando los
restos de 2.800 personas, en el resto del país prácticamente ningún municipio
dio permiso siquiera a las familias para hacerlo y ningún juzgado ordenó la
apertura de fosas. Habría mucho que decir sobre el prestigio de España. Lo que
está sucediendo en España es de vergüenza. Y la culpa no es de Pedro Sánchez,
sino de los que se lo han llevado crudo y pretenden dar lecciones de dignidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario