En su artículo “El
desfile de la victoria” en Infolibre,
José Miguel Monzón Navarro, más
conocido como El Gran Wyoming, escribe y describe a tumba abierta algo que
todos sabemos, pero que nuestra patente cobardía hace que miremos para otro
lado. Los medios domesticados, por otro lado, intenta hacer bueno lo que es a
todas luces tóxico. Dice Monzón que la Transición sirvió para que los que dictaban el crimen durante el largo
franquismo nos “perdonasen la vida” y pasaran a tutelar la libertad. En efecto,
hoy, los nietos de aquellos que propiciaron un golpe de Estado contra la República, ganaron una
guerra civil y heredaron las instituciones intactas, se permiten el lujo de no
dotar a la Ley de
Memoria Histórica con un sólo euro. ¿Para qué iban a derogarla? El Gobierno
presidido por Rajoy consideró que
era mejor dejarla morir de inanición. No les importó que los esqueletos de los
fusilados siguiesen en las cunetas y que sus descendientes pudieran, en la
medida de lo posible, darles una digna sepultura. Digo más: el Partido Popular
nunca manifestó indignación por cómo terminó aquella tragedia hace casi ochenta
años. Sigue diciendo Monzón que “ahora [los del PP] se sienten perseguidos por
el Estado que dicen representar. Mueven sobre la mesa a sus hombres como si
fueran fichas de dominó y les hacen recuperar sus puestos de jueces o de fiscales,
después de haber sido apartados de sus diferentes destinos por prevaricar y
negarse a implantar el régimen de justicia para el que son nombrados. Sus jefes
los amparan y, cual trileros de barrio, los recolocan allá donde creen que
cumplirán el mejor servicio a su causa corrupta y decadente que sólo busca la
impunidad del delincuente poderoso”. (...)
“Lejos de pedir perdón por el daño causado a los ciudadanos, por la
pobreza generada, por la aniquilación de una generación a la que se ha privado
de un proyecto de vida, a la que se hurtado el futuro, se presentan con
arrogancia, desafiantes, en las comisiones en las que deberían dar
explicaciones a los ciudadanos por sus execrables acciones”. Y la Conferencia Episcopal, mutis por
el foro. Los purpurados se hacen los tontos y miran para otro lado. Como
decimos los de Aragón: “Tonto, tonto, mierda, mierda...”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario