lunes, 12 de junio de 2017

El bitcoin de Olimpo





Olimpio Biscarrués y Sáenz de Urturi se encontró un día un bitcoin en la ranura del mármol de un mostrador del Crédit Lyonnaise durante un viaje a Lourdes. Después de mirarlo muchas veces, lo guardó en uno de los bolsillos de su pantalón vaquero. Nunca supo que era un bitcoin ni qué valor tendría al cambio de euros. Hasta que un conocido de taberna le dijo que se trataba de una criptomoneda no respaldada por ningún gobierno. Olimpio Biscarrués y Sáenz de Urturi se rascó el colodrillo, volvió a echarse la moneda al bolsillo de su pantalón y se la llevó a casa. La depositó debajo de una imagen del Corazón de Jesús que tenía en la entrada de su casa y continuó con su rutina. Con el tiempo y su revalorización progresiva llegó a valer más que su peso en oro. Al menos eso le reconoció un amigo que estaba en el negociado de Cartera de Cobro del banco donde Olimpio acudía mensualmente a pagar el recibo de la luz. Aquella moneda había sido para él su particular  “milagro de Lourdes”. Pero no se lo dijo a nadie. Todas las tardes, cuando salía del trabajo, iba a casa y lo primero que hacía era comprobar que aquella moneda milagrosa seguía debajo de la imagen del Corazón de Jesús. La tocaba, se santiguaba e iba hasta la cocina donde se preparaba un tazón de café con leche en el que untaba tres galletas maría. Olimpio nunca supo quién había dejado aquella moneda en la ranura del banco francés y el motivo que le llevó a esconderla. Tampoco volvió a Lourdes.

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