La ministra de Defensa, María
Dolores de Cospedal, a la que el pasado viernes por la tarde pude ver en la Estación de Atocha mascando chicle, ha abierto hoy lunes el curso en la Academia General Militar de Zaragoza. E iba tan
mimetizada con los cadetes que sólo le faltaba el ros con el airón sobre la
cabeza y la bayoneta enfundada. Esta señora hace como los camaleones, es capaz
de mimetizarse o disfrazarse de lo que
sea, como bien se puede comprobar en las fotos que de ella existen durante las
procesiones del Corpus en Toledo, ataviada de manola y con peineta sobre el pelo
a modo de pantógrafo de locomotora. Yo
no sé si cuando asista a maniobras del Ejército en Cerro Muriano se uniformará
con traje de camuflaje acorde con el terreno, o cuando reviste un tabor de
Regulares en Melilla se pondrá la camisa color garbanzo, el tarbush con borla negra en los flecos,
el pantalón tipo noruego también garbancero, la faja de color rojo, el sulham rojo, el alquicel debajo del sulham,
el correaje de cuero de marroquinería y la skara
a modo de zurrón mientras (con perdón) le tocan las chirimías, ese instrumento de
viento de doble lengüeta, al paso de las tropas desfilando a 90 pasos por
minuto. Ya sólo falta verla disfrazada de Gaspar
en una cabalgata de reyes por la
Puerta del Sol, o ejerciendo de actriz de reparto en el rodaje de una película sobre las apariciones de Garabandal. Pero calma, no se pongan nerviosos, todo se
andará.
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