A
propósito de lo acontecido ayer en Andalucía, comenta en eldiario.es
Antón
Losada: “No tengan duda alguna. La derecha y la derecha extrema van a
gobernar juntas en Andalucía y donde haga falta. Y una cosa debería quedarle
clara a la izquierda: el miedo ya no guarda la viña electoral, ni a la derecha
ni a la izquierda. Asustar a la gente con fachas comeniños y populistas
confiscadores ya no funciona más que entre los ya muy convencidos. Si alguien
en la izquierda quiere ganar de nuevo va a tener que volver a hacer política
como es debido: con ideas valientes y discursos elaborados, tratando al votante
como un ser racional, inteligente y comprometido, no como un fan, un follower,
un hincha o un hooligan”. Pedro Sánchez,
en consecuencia, pone las barbas a remojar. Es consciente de que la extrema
derecha está entrando por ósmosis en todos los gobiernos de Europa, salvo en
Portuga. Vox acaba de colarse por Andalucía por la fuerza de los votos, como en
su día lo hizo Tarik en la Batalla de Guadalete por la fuerza de
las armas y como hoy lo hacen en pateras los migrantes sin papeles huyendo de
sus países de origen y a los que tanto odia Santiago Abascal. Y en esos doce escaños conquistados no están los
franquistas de viejo cuño ni lo que queda vivo de Blas Piñar y de Falange Española. Está el voto de muchos ciudadanos
hartos, de derechas y de izquierdas, que decidieron no quedarse en casa y
castigar un “régimen” de califato que llevaba camino de perpetuarse en el
tiempo. Susana Díaz estaba
convencida de que Vox trocearía la derecha existente en tres bloques en Andalucía
en beneficio del PSOE y que el absentismo en las urnas sería menor del que fue.
Como bien señala Ignacio Escolar: “El
Gobierno no solo no temía a Vox sino que, desde su equipo, se les promocionó.
Con la misma imprudencia con la que, hace tres décadas, François Mitterrand engordó al Frente Nacional... para que el
Partido Socialista Francés acabara, años después, pidiendo el voto en las
presidenciales para el conservador Chirac
frente a Le Pen”. (…) “En 2019 habrá
elecciones municipales, autonómicas, europeas y –ya con seguridad– generales. Y
todo puede pasar”. En el año 711 perdieron los visigodos. Pero en la España de
hoy no vemos a un Carlos Martel
capaz de frenar el avance de la derecha, del mismo modo que la vacuna
antirrábica no logra frenar el avance de la hidrofobia. Tenemos lo que nos
merecemos. Que cada palo aguante su vela.
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