Ignacio Ruiz-Quintano, en el
diario ABC, al hacer referencia a los abstencionistas (él los denomina abstencionarios) andaluces, viene a
decir que a éstos no les felicita nadie. “Eso se debe –dice- a que la
abstención constituye el enemigo mortal del Estado de Partidos (…) cuya razón
de ser consiste en la integración (domesticación) de las masas, privadas de
representación, que es el pretexto de los partidos para constituirse en órganos del Estado. Una
abstención de más de la mitad haría a los partidos estatales ineficaces, y por
tanto, innecesarios, que ése es su miedo, y no Vox”. No cabe duda de que el
cortijo andaluz va a cambiar de dueño. Y me temo que algo parecido puede
suceder, llegado el momento, en Castilla-León, actual feudo del PP. Los
partidos populistas buscan la ocasión con las crisis. Sucede como en Bolsa en
periodos bajistas, cuando los “barandilleros” se decantan por adquirir “chicharros” por ver qué pasa. Y en política, donde también se especula con
las encuestas (que fallan como escopetas de feria), pasó con Podemos en las
europeas de 2014 y ha pasado ahora con Vox en las andaluzas. Manuel Mostaza y David Redoli, politólogos zamoranos, comentan hoy en La opinión-El Correo de Zamora que “si
Podemos hablaba entonces de la gente contra la casta, Vox habla ahora de
patriotas contra no patriotas”. Santiago Abascal y Pablo Iglesias son las dos caras de la misma moneda. También Guarido, alcalde de Zamora por IU tildó
de “muy preocupante” la irrupción de Vox en este tablero de ajedrez
desquiciante donde brotan más celadas que en los libros de Aguilera. Los advenedizos (entonces Podemos y ahora Vox) tienden la
red en un océano inclemente en busca de buena pesca, al tiempo que Albert Rivera (otro advenedizo además
de osado) propone a Susana Díaz darle
el apoyo naranja en la investidura siempre que la Presidencia de la Junta sea
para el oportunista Juan Marín. Como
dicen en mi tierra: “¡Lo que faltaba para el duro!”.
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