Rosario
Grosso Burnham,
segunda hija de Antonio Grosso Portillo
y de Susana Burnham, nació el 7 de noviembre de 1932 en Cádiz, en
la casa familiar de la calle Feduchy. Su
actividad empresarial empezó hacia 1971 impartiendo clases de cocina que había
aprendido con la cocinera de su casa y en la de sus suegros, iniciándose
primero en el mundo de la repostería. Con
su amiga Imelda Moreno, marquesa de Poza y presidenta
de la Cofradía de la Buena Mesa,
surgió la idea de escribir un libro y, con su ayuda, la de la Academia de Gastronomía y la de esa Cofradía escribió su primer libro cuyo
título lo eligió el escritor José María
Pemán: 'El vino de Jerez, en la
cocina universal', editado por Espasa-Calpe. Si mal no recuerdo, corría el año 1982.
Tampoco le vino mal que Manuel
Domecq Zurita le
encargase por aquellos días la dirección culinaria de las Bodegas Domecq, con lo que ya se metió de lleno en el Consejo
Regulador bajo la presidencia de Antonio
Barbadillo. Posteriormente escribiría Rosario un
segundo libro que tituló 'Cocina
para navegantes' y un tercero:
'Haciendo cocina; diccionario práctico de elementos y recetas'. En la
introducción de su primer libro, su autora señala: “Cuando guiso a altas horas
de la noche, que hay paz, con una música de fondo: Mozart, Vivaldi, Roberto Carlos, Julio Iglesias, etcétera…, me sale mejor el punto de la salsa e un
faisán, al menos así lo creo yo”. Y leyendo a Xavier Domingo (“El aroma del
jerez”. Cambio 16, núm. 566, p.159), ¡oh casualidad!, me entero de que él había
confeccionado en su cocina de casa una de las 321 recetas que componen su
primer libro. Se trata de las “patatas
importantes Tata Teresa”. Ignoro si la tal Tata Teresa sería algún familiar, o la cocinera de la casa de sus
padres, o de sus suegros. Poco importa eso. El caso es que Xavier Domingo explicaba en aquel número de
la revista cómo lo llevó a cabo: “Se trata –escribe- de unas patatas cortadas
en rodajas, que tras marinar media hora en agua y sal, se rebozan y se fríen
ligeramente. Luego se colocan en capas en una cazuela. Se hace aparte un
sofrito de cebolla que se espesa con algo de harina y luego se liga con un vaso
de vino fino o de amontillado. La salsa se añade a las patatas, que serán
cubiertas con caldo o con agua y se harán cocer a fuego lento hasta que estén
hechas y la salsa o caldo haya reducido al gusto. En los últimos momentos de
cocción se le añade jamón picado”· Son, a mi entender, las típicas “patatas a
la importancia” de toda la vida, aunque “con mucha más importancia” si se toman
en consideración los ingredientes añadidos, o sea, el jamón y el jerez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario