domingo, 23 de diciembre de 2018

Guisando con jerez


Rosario Grosso Burnham, segunda hija de Antonio Grosso Portillo y de Susana Burnham,  nació el 7 de noviembre de 1932 en Cádiz, en la casa familiar de la calle Feduchy.  Su actividad empresarial empezó hacia 1971 impartiendo clases de cocina que había aprendido con la cocinera de su casa y en la de sus suegros, iniciándose primero en el mundo de la repostería. Con su amiga Imelda Moreno, marquesa de Poza y presidenta de la Cofradía de la Buena Mesa, surgió la idea de escribir un libro y, con su ayuda, la de la Academia de Gastronomía y la de esa Cofradía escribió su primer libro cuyo título lo eligió el escritor José María Pemán: 'El vino de Jerez, en la cocina universal', editado por Espasa-Calpe.  Si mal no recuerdo, corría el año 1982. Tampoco le vino mal que Manuel Domecq Zurita le encargase por aquellos días la dirección culinaria de las Bodegas Domecq, con lo que ya se metió de lleno en el Consejo Regulador bajo la presidencia de Antonio Barbadillo. Posteriormente escribiría Rosario  un segundo libro que  tituló  'Cocina para navegantes' y un tercero: 'Haciendo cocina; diccionario práctico de elementos y recetas'. En la introducción de su primer libro, su autora señala: “Cuando guiso a altas horas de la noche, que hay paz, con una música de fondo: Mozart, Vivaldi, Roberto Carlos, Julio Iglesias, etcétera…, me sale mejor el punto de la salsa e un faisán, al menos así lo creo yo”. Y leyendo a Xavier Domingo (“El aroma del jerez”. Cambio 16, núm. 566, p.159), ¡oh casualidad!, me entero de que él había confeccionado en su cocina de casa una de las 321 recetas que componen su primer libro. Se trata de las “patatas importantes Tata Teresa”. Ignoro si la tal Tata Teresa sería algún familiar, o la cocinera de la casa de sus padres, o de sus suegros. Poco importa eso. El caso es que  Xavier Domingo explicaba en aquel número de la revista cómo lo llevó a cabo: “Se trata –escribe- de unas patatas cortadas en rodajas, que tras marinar media hora en agua y sal, se rebozan y se fríen ligeramente. Luego se colocan en capas en una cazuela. Se hace aparte un sofrito de cebolla que se espesa con algo de harina y luego se liga con un vaso de vino fino o de amontillado. La salsa se añade a las patatas, que serán cubiertas con caldo o con agua y se harán cocer a fuego lento hasta que estén hechas y la salsa o caldo haya reducido al gusto. En los últimos momentos de cocción se le añade jamón picado”· Son, a mi entender, las típicas “patatas a la importancia” de toda la vida, aunque “con mucha más importancia” si se toman en consideración los ingredientes añadidos, o sea, el jamón y el jerez.

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