sábado, 26 de febrero de 2022

Apellidos


Todo comenzó en la Edad Media, cuando las ciudades se hicieron más grandes y era necesario conocer a los individuos por su linaje, su familia, pueblo del que procedían, o la profesión que ejercían. Más tarde llegaron la ramificaciones. A partir del siglo XIII comenzó a añadirse el sufijo “ez” (hijo de) a los apellidos, por ejemplo Fernández, hijo de Fernando; González, hijo de Gonzalo, etcétera. Con la división territorial de 1833, Javier de Burgos se dio cuenta de que existían muchos pueblos que se llamaban de igual manera.  Se les fue asignando “apellidos” para distinguir unos municipios de otros. Pero solo lo hizo en parte.  Hasta un  millar de los 9.266 municipios que había en España en 1916 tenían el mismo nombre. A día de hoy España cuenta con 8.130 municipios (si excluimos la reciente anexión de Don Benito con Villanueva de la Serena) en el conjunto de las cincuenta provincias y las dos ciudades autónomas que componen el Reino. Como decía, la Real Sociedad Geográfica propuso la reforma de la Nomenclatura que se llevó a cabo mediante un Real Decreto de 27 de junio de 1916,  firmado por Alfonso XIII, refrendado por Romanones y publicado el 2 de julio en la Gaceta de Madrid. En esa disposición se ordenaba el cambio de nombre de 573 ayuntamientos en su preámbulo, aun que la suma final fue de 566.  Entre ellos, Roquetas pasó a ser “de Mar”; Moncada sumó “y Reixach”; a Buitrago se le añadió “de Lozoya”; a San Fernando se le añadió “de Henares”; etcétera. Parece ser que fue el abulense Manuel de Foronda y Aguilera el auténtico promotor de aquella reforma. Hubo un caso en el que triunfó el deseo de los vecinos. Santa Cruz de la Serós (Huesca) se iba a llamar Santa Cruz de Aragón pero los vecinos prefirieron que siguiese llamándose de esa manera, ya que hacía referencia al Monasterio de las Sorores, o de las Serós (hermanas). En otro caso, Manrique de Zúñiga pasó a llamarse Manrique de la Condesa (Sevilla) tras haber comprado una gran finca el duque de Montpensier, y lo de “condesa” fue un homenaje a su hija María Isabel de Orleans. Y otro caso fue el de Belmonte (Zaragoza) que cambió “del Perejil” por el “de Calatayud”, etcétera. Hubo otro pueblo, Azaña (Toledo) que pasó a denominarse en 1936 Numancia de la Sagra. Con la llegada de la democracia el intentó recuperar el antiguo patronímico, con gran indiferencia por parte de los vecinos. Azaña, del árabe 'as-saniya', significa noria. Y una noria de sirope sostenida por ondas de azur y plata ocupa la parte izquierda de su escudo.

 

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