viernes, 25 de febrero de 2022

En el vestíbulo del Infierno

 


Lo que está sucediendo en Ucrania es un modo con el que Putin enseña a la Europa acomodada y cobarde las puertas del Infierno. Ya hay quien compara esta ocupación con la invasión de Alemania en Polonia de 1939.  También entonces el ejército polaco fue fácilmente derrotado en aquella “guerra relámpago” inventada por el general Heinz Guderian. De nada sirvió el Pacto de No-Agresión entre  Polonia y Alemania firmado en 1934. Ya antes, en marzo de 1939 los alemanes habían ocupado Checoslovaquia, Bohemia y Moravia. Todos sabemos cómo terminó aquello. Lo de ahora es distinto. Las guerras de hoy se hacen por ataques cibernéticos mediante phishing (envío de mensajes fraudulentos para robar datos); malware (software malicioso mediante virus); inyección de SQL (cuando un hacker inserta un código malicioso en un servidor que utiliza SQL); ataque de denegación de servicio (que provoca la saturación de los sistemas); etcétera. Un mundo totalmente digitalizado es vulnerable y todos tenemos nuestro tendón de Aquiles. Tocando un botón se puede dejar a un país fuera de juego con sólo encriptar sus archivos y bloquear todos los accesos al usuario. La Unión Europea, según parece, sigue mirándose el ombligo y lanzando órdagos a Rusia de tipo económico. Los países que componen la Unión tiene percepciones de amenazas divergentes: Alemania apuesta por el diálogo; Francia desea impulsar la vía diplomática con Rusia al margen de los Estados Unidos; Reino Unido entiende que Ucrania debe seguir aspirando a unirse a la OTAN; Italia lamenta que Europa no tenga una fuerza militar importante; y España mantienen el compromiso de la integridad territorial de Ucrania y Crimea. El resto de los países que integran la UE también dicen algo al respecto y de este tenor, pero con sordina.  Noruega, Suecia y Finlandia se quejan (desde la invasión de Crimea en 2014) de constantes incidentes con aviones rusos que violan sus respectivos espacios aéreos. Aquí es necesario recordar que Islandia, Dinamarca y Noruega forman parte de la OTAN, mientras que Suecia y Finlandia mantienen su neutralidad con la Alianza Atlántica. El conflicto ruso-ucraniano todavía no ha decantado la posición de China. Xi Jinping, el nuevo amo del mundo, observa expectante; y Biden, nada en el Jardín del Edén, guarda la ropa y sólo habla de “graves consecuencias económicas” para Rusia, al tiempo que ha enviado algo de armamento al país ocupado, consciente de que, posiblemente, terminará en manos de los rusos. Más práctico hubiese sido, a mi entender, enviar ahora a los ucranianos (que ya comienzan a pasar hambruna) aquel queso amarillo y salado y aquella leche en polvo que en España distribuían colegios y parroquias a los niños tras la llegada de Eisenhower (acompañado de Vernon Walters) a Madrid la fría tarde del 21 de diciembre de 1959, a la base aérea de Torrejón de Ardoz. Como escribió María Paz López en La Vanguardia con ocasión del cuadragésimo aniversario de aquella efeméride, “al franquismo le quedaba aún mucha guerra fría para buscar cobijo”.

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