miércoles, 23 de febrero de 2022

Ad petendam pluviam

 

 


Me entero de que el obispo de Ciudad Real, Gerardo Melgar Viciosa, ha hecho pública una rogativa pidiendo lluvia en el campo manchego. No sé si los rezos influirán en los meteoros, de la misma manera que ignoro si la “pertinaz sequía”, como decía Franco para justificar la necesidad de hacer nuevos pantanos,  se arregle procesionando a un santo de mucha devoción por las calles de los pueblos. Ad petendam pluviam (demandar lluvia) dicho así, en una lengua muerta, puede tener consecuencias catastróficas, si hacemos caso a lo escrito en el Génesis (capítulo 7) donde se relata el Diluvio Universal, que obligó a Noé a tomar decisiones severas, como hacer un barco de madera y elegir dos animales de cada especie y un montón de semillas ante la furia de Dios. El diario ABC, que suele nutrirse de fuentes generalmente bien informadas, supone que existen restos del Arca de Noé se  en la falda del monte turco Ararat, que tiene 5.200 metros de altura. Ander Azpiroz (ABC, 19/12/2011) se refiere a los geólogos marinos William Ryan y Walter Pitman, que sostienen en su libro “El diluvio de Noé” que “el fenómeno se habría producido hace 7.500 años en lo que hoy conocemos como Mar Negro, en aquel tiempo un lago de agua dulce de mucho menor tamaño y habitado en sus orillas. De algún modo, el Mediterráneo se habría abierto paso a través del Estrecho del Bósforo, haciendo crecer el caudal del mar a un ritmo de entre 15 y 30 centímetros por día”. El envío de un cuervo, que regresó con una rama de olivo en su pico, hizo creer a Noé que todo había vuelto a la normalidad. Por eso sabemos, además, que el Arca carecía de escotillas. El obispo de Ciudad Real (2016) el cervateño Gerardo Melgar Viciosa,  que antes fuese titular de la sede de Osma-Soria (2008) y natural de Cervatos de la Cueza (Palencia), consciente de la gravedad de la sequía que se cierne sobre los campos que cabalgaron Don Quijote y su escudero Sancho, y también ignorando los avances científicos en el ámbito de la Meteorología, ha publicado la rogativa de petición de lluvia en la confianza de que se cumplan sus deseos. Curiosamente, diré ya de paso que “cuezas” hace referencia las ondulaciones de terreno o  cuencas donde se recogen las aguas. Las estadísticas señalan que el santo que más veces ha sido procesionado implorando lluvia es san Isidro Labrador. Kitab Zuhrat Al-Bustan, en su libro “El esplendor del jardín”, señalaba que los extensos olivares andaluces, incapaces de aguantar tan prolongada sequía, perecieron en el año 641 y que hubo que replantar olivos en toda Al-Ándalus con esquejes traídos desde Túnez. Recuerdo aquello que dijo el cura ecónomo a los fieles de una aldea olvidada: “Si así lo deseáis, sacaremos al patrón en procesión por las calles, pero tened presente que de llover no está”. Quien avisa no es traidor.

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