jueves, 10 de febrero de 2022

Las guerras escondidas

 

Si un día alguno de ustedes viaja a Ginebra podrá ver ante la sede  de las Naciones Unidas una escultura que representa una silla, ideada por Daniel Berset, fabricada por Louis Genève y colocada en agosto de 1997. No es que la hayan roto unos gamberros que odian el mobiliario urbano. Nada más lejos de eso. Tiene 12 metros de altura, pesa 5 toneladas y representa a las mutilaciones derivadas de las minas antipersona que tanto daño han producido en las más diversas guerras, como nos recuerda hoy el reverso de la hoja de calendario de los jesuitas de Bilbao. En España su uso está prohibido por la Ley 27/2015, de 28 de julio, de modificación de la Ley 33/1998, de 5 de octubre (BOE núm. 180, de 29 de julio de 2015, páginas 64614 a 64620), donde en los artículos 2 y 3 se señala que queda prohibido total su empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonales y municiones de racimo (de acuerdo con los Tratados de Oslo y de Otawa). No es una broma. Se calcula que existen alrededor de 110 millones de minas repartidas en más de 64 países, la mayoría en África y en los Balcanes. No existen mapas que las localicen con precisión y esos artefactos letales, cuyo coste por unidad no llega a dos euros, pueden estar activos durante más de medio siglo. Las hay de varios tipos: de presión, de rebote y de fragmentación. Las primeras estallan al ser pisadas sus espoletas (no al levantar el pie). Las segundas proyectan metralla a cien metros de distancia. Las terceras, a doscientos metros. El estallido de las dos últimas descritas se produce por alivio de presión, es decir, se colocan con un peso encima y estallan al ser retirado. Esas minas antipersonales se conocen por las siglas IED (Improvised Explosive Device) y con esas siglas se han descrito en la OTAN en los últimos escenarios bélicos asimétricos  de Afganistán, Líbano e Irak, donde los coches-bomba y los suicidas que se inmolan con cargas explosivas adheridas al cuerpo están causando desgracias espeluznantes en la población civil. Son las guerras “menores” escondidas con las que nos sorprenden un día sí y otro también los medios informativos y sobre las que cada día que pasa, por desgracia, somos menos empáticos.

No hay comentarios: