domingo, 21 de agosto de 2022

Pimientos de Herbón

 


A la pimenteira Milagros González le han hecho una entrevista en XLSemanal  que leo con interés. Dice que los pimientos de Padrón no eran en principio los mejores, sino los pimientos de Herbón, amparados por Denominación de Origen Protegida. Comenta que “las pimenteiras, cuando iban a vender a las plazas y a los mercados, no decían el nombre de Herbón porque es una aldea muy pequeña que pertenece al municipio de Padrón. Ellas para que fuera más conocido, decían que los pimientos eran de Padrón. En el año 82, cuando los pimenteiros (de Herbón) fueron a solicitar la Denominación de Origen, descubrieron que una casa de semillas se había apropiado del nombre llamándole ‘semillas de pimiento de Padrón’”. Su gozo, en un pozo. En la misma entrevista comenta cómo hay que limpiar los pimientos antes de ser echados a la sartén, es decir, después de haberles quitado el rabillo y las semillas, “algo que en los bares no practican”. Sabido es que los pimientos de Herbón no pican, salvo que sea finales de agosto y se hayan dejado una semana en la mata. J.R. Alonso de la Torre (La Voz de Galicia, 28/03/21) contaba que aprendió muchas cosas gracias al cartero de Herbón, que le dijo: Eu, cando vou a Padrón, digo que non creo nesas cousas das meigas para que non se rían de min, pero aquí, na aldea, carallo si creo”. Alonso de la Torre contaba en aquel artículo que “en las orillas del Ulla, se levanta el convento al que se retiraban a descansar los misioneros franciscanos que regresaban de Tierra Santa o el trovador Xoán Rodríguez do Padrón tras sufrir un desengaño amoroso.  Fundado en 1396 fue lugar de penitencia, de retiro y hasta cárcel. Destaca su huerta, en la que se plantaron a lo largo de los siglos semillas exóticas que traían los misioneros desde los monasterios de Jerusalén, Getsemaní, Belén y Caná, pertenecientes a la provincia franciscana de Compostela. Allí crecen el árbol del tomate, olivos del huerto de Getsemaní, una palmera de Tierra Santa o un pino del campo de los pastores de Belén. Estos frailes fueron pioneros en el cultivo del kiwi en Galicia y en Allariz se recogieron las primeras patatas gallegas. La leyenda dice que ellos introdujeron los famosos pimientos chile, traídos desde Tabasco (Méjico)”. Otro amigo que el periodista hizo por aquellas tierras gallegas fue un tal Basadre, que le llevaba a comer tortilla de patatas y pimientos a Casa Dios, un bar abierto en 1959. Una nieta de O Dios, fundador del bar, Lourdes, le enseñó cómo freír bien los pimientos de Herbón: “Hay que quitarles el rabo haciendo palanca con la uña o con el mango de una cucharilla de café y echarlos en la sartén con el aceite de oliva caliente, pero no demasiado porque entonces se chascan, se queman, les salen ampollas y no se pueden dejar solos ni un momento, hay que removerlos continuamente con la espumadera hasta que estén fritos a gusto del consumidor. Después se salan y se echa con la espumadera un poco de aceite por encima”. Por desgracia, muchos “pimientos de Padrón” que sirven los restaurantes españoles proceden de Marruecos, del norte de Portugal o de Almería. Lo normal es que si no los comes entre mayo y octubre, no sean de Padrón. Hasta podrían ser jalapeños. Tampoco hay que olvidar que el rabo de esos delicados  pimientos (de entre 2 y 5 centímetros) suele dar amargor al aceite. Pero lo más triste, si cabe, es que algunos gallegos han montado negocios de invernaderos para obtener pimientos estilo Padrón en Marruecos, Almería, Portugal y en otros lugares por una cuestión de costes salariales,  sabedores de que la gente se come todo sin rechistar: pimientos del piquillo de Perú, espárragos de China, etcétera. Digo más, en Medina del Campo (Valladolid), en plena meseta castellana, ya existe una granja (Noray Seafood) que cría 100 toneladas de langostinos del Pacífico y gambas al año. Esto es el mundo insólito. Día llegará en que comeremos lechazos encapsulados en bolsas al vacío, asados en Burundi, con el regalo de un ikembe para los cien primeros pedidos.

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