martes, 23 de agosto de 2022

Todo en constante movimiento

 


Ya se ve más gente por los barrios. Llegan los regresos vacacionales y dentro de pocos días comenzarán los cursos académicos en escuelas, institutos y universidades, el curso político y la vuelta al tajo de los trabajadores en general. También la empinada cuesta de septiembre, con compra de libros escolares, pagos de matrículas y el consiguiente agujero en el bolsillo de los ciudadanos por dónde se escapa la última calderilla. Señala la prensa aragonesa que muchos pueblos han agotado las reservas de agua al quintuplicar la población. Los días acortan, el verano pronto llegará a su fin y se acabará también la luz, el gas, el agua y los pequeños ahorros. Dice Mónica Fernández-Aceytuno que “todo está en constante movimiento, el Universo todo cambia de un segundo a otro, así que pensar que seremos capaces de terminar algo, si ni siquiera Dios lo hizo, no es más que una ilusión para no marearnos con la infinitud de un tiempo que no viviremos para terminar las cosas”. Este es un país donde aumenta la deuda pública acumulada (hasta 1,47 billones de euros) que se endosará a las siguientes generaciones, y disminuyen los nacimientos. El panorama se presenta complicado en un país donde, pese a estar más empobrecidos por la inflación galopante y por la falta de recursos, priman más los fastos que la eficacia. Este país es una perenne fiesta de la Paloma, o de la Virgen de no sé qué, o del santo milagrero, con procesiones a ermitas, bailes de peanas por las calles de los pueblos,  casetas de feria, bocadillos de panceta, verbenas, churros, pitos y flautas en cada aldea. Todo está, como cuenta Fernández-Aceytuno, en constante movimiento. Ya veremos qué sucede cuando comience la recesión, crezcan las cifras de paro, aumenten los comedores sociales y se disipe como el humo el recuerdo de la fiesta carpetovetónica. El turismo que llega de fuera (principal fuente de riqueza en España)  es pan para hoy y hambre para mañana. Un día, no sé cuándo, se caerán los palos del sombrajo por los vergonzosos abusos hosteleros (algunos son serios y profesionales, que todo hay que decirlo) y el resabio y la picaresca, en unos casos, y la falta de profesionalidad, en otros, de muchos camareros contratados de forma temporal para la campaña de verano. Matar la gallina de los huevos de oro, dar gato por liebre, o pretender conseguir el mayor beneficio en el menor tiempo posible, solo conduce al cierre de persiana a corto plazo. Agua pasada no mueve molino.

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