domingo, 23 de abril de 2023

Célebre cuadernillo

 

Leo en la sección “El comidista” de El País un trabajo de Miriam García haciendo referencia a la menestra de berenjenas extraído del “Libro de apuntaciones de guisos y dulces” de María Rosa Calvillo de Teruel en el siglo XVIII. En ese sentido me gustaría aclarar que no se trata de un libro de cocina sino de unas hojas sueltas atadas. Por los datos de que dispongo después de haber leído con detenimiento un trabajo de Víctor Infantes, donde se señala lo que sigue y que copio de forma resumida:

“El 21 de julio de 1969 el librero Luis Bardón enviaba una carta a Antonio Rodríguez-Moñino, que se encontraba en la Universidad de Berkeley donde ejercía la docencia. En ella,  le comenta que ha encontrado un manuscrito sobre cocina (que ‘tal vez a su mujer le puede hacer gracia’) y se lo envía. A América y, de ese modo, pasó a formar parte de la biblioteca del ilustre académico. María Brey Mariño, [ tía de Mariano Rajoy] bibliotecaria y archivera, tras la muerte de su marido en 1995, comentó el aprecio que le tenía. Finalmente, aquel librito terminó en la Biblioteca Nacional. El cuadernillo de anotaciones consta de 55 hojas de las que 11 están en blanco y 3 muy estropeadas”. (…) “Un repaso general de lo contenido en el cuaderno nos señala la existencia de numerosas recetas de fiambres (morcillas, salchichas, lomo, chorizo, jamón frito y cocido, etc.), de la habitual casquería (sangre, bofe, menudillos, lengua, asadura, hígado, etc.), de platos de carne (estofado, pasteles, albóndigas, etc.), de caza (pájaros, perdices, conejo, pichones, etc.), más raros y escasos, los de pescado (calamares, bacalao, pescado frito, etc.) y los vegetales (cebollas, calabacines, boronía, etc.), de masas (costra­das, hojaldres, empanadas, etc.), de salsas (salsa negra, caldo blanco, etc.), algunas sopas (sopa fingida y sopa borracha, etc.), varias recetas de hue­vos y de conservas (manteca, compota, etc.) y numerosísimas de postres y dulces (piñonates, alfajores, bizcochos, masa dulce, pestiños, natillas, etc.). Estamos, pues, ante una gastronomía variada, sin excesivos refinamientos, que responde a las características y a los hábitos culinarios de una época y una clase social burguesa, que recoge la tradición culinaria de Andalucía”. (…) Todo el cuaderno está escrito por una sola mano, una letra bastar­dilla española, de tipo castellano, con separación clara de palabras y muy pocas ligaduras, con ocupación de entre 12 y 18 líneas de escritura por plana, siempre con titulación exenta de cada receta, centrada y subrayada en línea independiente, con variaciones de intensidad en la tinta y ductus más o menos uniforme a lo largo de toda la redacción, aunque con traza irregular. Tiene pocas correcciones, lo que permite suponer un original más o menos cuidado, de uso personal, y cuya consulta debía ser cotidiana. (…)  Existe un aña­dido manuscrito donde aprovechando un blanco inferior de la página, añade una receta de ‘Huevos Moles’”.

Un  cuadernillo sin duda interesante donde se afirma con cierta seguridad por parte de importantes expertos (y así lo sostiene Víctor Infantes) que “el ma­nuscrito proviene de la biblioteca de Mariano Pardo de Figueroa y de la Serna (Medina-Sidonia, 1828 -1918), famoso cervantista y gas­trónomo español, más conocido en sus muchas incursiones culinarias y filatélicas como Doctor Thebussem y como primer ‘Cartero Honorario’ de Correos en España. A su muerte, su biblioteca pasó a su hijo, el VI Mar­qués de Negrón, y la venta de sus libros se realizó a finales de los años se­senta del siglo pasado; de ahí pasaría a Luis Bardón y de éste a Rodríguez-Moñino. El más que posible origen andaluz del cuaderno y de su autora, se confirmaría, además, por su posesión entre los libros y papeles del ilustre asidonense6, quien se recluyó en su casa de Jerez de los Caballeros en 1863 hasta su muerte”. Se cuenta de él numerosas anécdotas que solía publicar. De todos sus artículos, muchos de ellos relacionados con su familia, solía mandar copia al Diario de Cádiz por ser muy amigo del director y propietario Federico Joly Diéguez. Contaba que todos los días, al finalizar la cena, entraba en el salón el mayordomo de la casa para decir con fuerte voz: “Alabado sea Dios. Mañana viernes 16 de noviembre. San Rufino y sus hermanos mártires.  Santos Edmundo y Fidencio, obispos. No es ayuno ni vigila. Buenas noches”. “Buenas noches”, respondían a coro todos los comensales.

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