domingo, 2 de abril de 2023

Domingo de Ramos

 


La Semana Santa llega a todos los rincones de España con procesiones, golpes de tambor, palmas, sonidos de clarines, cofrades con terceroles, manolas con peinetas, olor a incienso y olíbano, cirios encendidos en noches cerradas, y la luna mirando el espectáculo desde lo alto con cara de saberse el catecismo.  Todos los años, coincidiendo con la primera luna llena del equinoccio de primavera, se reproducen las mismas escenas, los mismos cortes de calles y las mismas performances. Algunas imágenes hasta salen de los templos al son del Himno Nacional; y en Málaga, la Legión desembarca para llevar en volandas  la talla del “Cristo de la Buena Muerte” de Mena desde 1928. Esa vinculación fue un acercamiento del Tercio de Extranjeros que procedía de la guerra de África  “para que esa imagen  velase por la protección de sus hombres”. La Legión canta su macabro “Himno de la muerte”, desfila despechugada y con chapiri con borla y barbuquejo caído (añadido al chapiri en 1938 en principio solo para unidades motorizadas) y hace acrobacias circenses con los fusiles de reglamento. Todo un espectáculo que encandila a los espectadores. Conviene aclarar que el chapiri es una castiza forma de llamar a ese gorrillo cuartelero, como el que llevó sobre su cabeza Franco durante su encuentro con Hitler en Hendaya. Se trata de un diminutivo del  galicismo chaperot,  prenda de cabeza en forma de capucha del siglo XVIII que derivó en el gorro de cuartel isabelino. El fundador de la Legión, el general golpista, manco, tuerto y con el cerebro en erial Millán Astray, dejó escrito: ¡Gorros y chambergos, capotes y sandalias, camisas descotadas, correajes, oficinas, motocicletas, calabozos y guantes de manopla! Sois el vestuario, las bambalinas, los telones; pero el escenario está en otros lugares y allí… ¡Es la tragedia la que se representa!”. Pero ahora, durante la Semana Santa, la tragedia que se representa en cada acto procesional callejero es la pasión y muerte de Jesucristo  durante el mandato de Tiberio. El escenario de la Legión, en efecto, debería estar en otros lugares. En un país aconfesional como es España, así consta en la Constitución de 1978, mezclar lo religioso con lo castrense, y el fervorín de cofrades con capirotes y damas con peineta con los uniformes militares de una fuerza de choque creada durante la guerra con Marruecos para sustituir a unidades de recluta forzosa de pobre preparación, es como mezclar churras con merinas, algo que no se entiende.

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