lunes, 10 de abril de 2023

Desaparece un intelectual

 


He lamentado la muerte de Fernando Sánchez Dragó, ocurrida hoy sobre las diez de la mañana en Castilfrío de la Sierra (Soria) y diez minutos después de que hubiese colgado un tuit con el  gato Nano (como le conocían a él de niño) sobre su nuca. Estuve hablando con él solo una vez, con motivo de unas charlas sobre erotismo que dio hace años en Zaragoza. Me firmó un autógrafo, que conservo. Era sobrino-nieto de Modesto Sánchez Ortiz, director de La Vanguardia, y nieto de Gerardo Sánchez Ortiz, fundador entre otros de la Asociación de la Prensa de Madrid. También, hijo primogénito de Elena Dragó Carratalá y el único y póstumo del periodista Fernando Sánchez  Monreal, que había sido redactor-jefe del diario La Voz, y era director y propietario del periódico Noti-Sport y director de la agencia de noticias Febus al comienzo de la Guerra Civil. Fue alumno del madrileño Colegio del Pilar, se licenció en Filología Románica y se doctoró en la Universidad de Madrid con una tesis sobre Valle Inclán. Su padre fue asesinado por los sublevados en septiembre de 1936 cerca de Burgos. Sánchez Dragó fue encarcelado por sus ideas comunistas en 1956, en 1958 y en 1963. Se exilió de España, regresó en 1970 y se ganó la vida como corresponsal del diario El Alcázar, adoptando como seudónimo el nombre de su padre. Curiosamente cambió su rumbo ideológico y pidió el voto para José María Aznar en las elecciones de 1993. Pero dio el triple salto mortal al proponer a Santiago Abascal, líder de la ultraderecha, la candidatura de Ramón Tamames en la moción de censura contra el Gobierno que preside Pedro Sánchez. Ganó el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Ensayo en 1979 por su obra “Gárgoris y Habidis”. En cierta ocasión afirmó: “Los gatos son mis maestros porque no entienden la sumisión, están a la vez en estado de alerta y reposo y velan por el sueño de los niños, que son animales psicopompos, que pueden recorrer cuando lo desean los pasadizos que comunican con el Más Allá y tienen la facultad, el deber y la vocación de guiar a los seres humanos y tal vez a otros animales, en sus desencarnaciones”.  Y así ha muerto hoy, cerca de su gato Nano. Como él quería.

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