jueves, 27 de abril de 2023

Don Erre que Erre

José Manuel Aranda, alcalde de Calatayud por el partido Popular, es el único médico que conozco que cree que hay vida después de la muerte, que los cadáveres de ciertos adalides resucitan y brotan de sus propias cenizas como el ave Fénix y, por si las moscas, no se atreve a quitarle a Franco la medalla concedida por el Consistorio en 1951. Una medida que apoya VOX y a la que no se oponen Ciudadanos y El Partido Aragonés, el trío de la bencina dispuesto a echar  ese líquido inflamable a un crispado Consistorio de cara al sol y con camisa nueva. Sólo el PSOE se mantiene en sus trece y exige esa retirada. Aranda señala al respecto que, “como la medalla era vitalicia dejó de tener efecto con su muerte”. Entonces, ¿por qué ese temor a dejar constancia de que ya no es efectiva tal concesión?  Lasa teme que, de llevarse a cabo esa medida, ello le pudiese restar votos en las próximas elecciones municipales del próximo mayo y se resiste como gato panza arriba a aplicar la Ley de Memoria Democrática. Prueba evidente de esa resistencia es que todavía no han exhumados los cadáveres del barranco de la Bartolina para ser trasladados con la dignidad necesaria al lugar que merecen. Ese empecinamiento -el de no dejar constancia de la retirada de la medalla al dictador- le puede acarrear al municipio la pérdida del derecho a obtener subvenciones, bonificaciones o ayudas públicas por atentar, alentar o tolerar prácticas en contra de la memoria democrática de Aragón. Pero eso a Lasa no le importa demasiado, según se desprende de su empecinada postura.  No debe olvidar Lasa que el acuerdo por el que el Ayuntamiento bilbilitano le concedió la medalla a Franco se encuentra en vigor aunque éste haya muerto. Pero Lasa teme, supongo, que el dictador vuelva a resucitar en Mingorrubio y le fulmine con una mirada, como hacía san Trifón con los basiliscos. Hasta el presidente Lambán mantiene la obligación de anular esa medalla y dejar constancia escrita de la pérdida de ese reconocimiento al sátrapa gallego. Las consecuencias pueden acarrear la pérdida de poder recibir ese municipio alrededor de un millón y medio de euros al cabo del año de las arcas autonómicas: 370 por la participación directa en los tributos, 785.000 para financiar distintos servicios y 320.000 de los fondos Feder. Y eso los bilbilitanos deben saberlo.

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