sábado, 29 de abril de 2023

Sembrar adefesios

 


Uno es libre de colocar en los jardines de su casa, si es que su casa tiene jardines, el monolito que le dé la gana. Allá cada uno con su sentido del gusto y con su dinero. Pero lo que no termino de entender es que se haya instalado en Zamora un adefesio, consistente en una estatua de seis metros de altura y quince toneladas de peso que sugiere representar al primer rey de Portugal Afonso Henríques, obra del el escultor Dinis Ribeiro. La pieza (que de no conocer autor y procedencia hubiese pensado que era obra del extravagante Ángel Orensanz) ha sido donada por la Gran Orden Afonsina, de Guimarães y sustituirá de alguna manera a otra pieza en bronce del mismo noble y de veinte kilos de peso, existente en la cercanía del convento de san Francisco hasta el día en que fue robada, hace ahora un lustro, tras haberla cortado con una radial. Eso sí, dejaron en su sitio el escudo que recuerda los 850 años transcurridos desde el Tratado de Zamora. La obra había sido donada por la Academia  de las Lenguas y Artes de Cascais. El Tratado de Zamora (5 de octubre de 1143) fue el resultado de una conferencia de paz entre Alfonso VII de León y Afonso Henríques, que usaba el título de Afonso I desde 1139, y confirmado en Zamora en presencia del cardenal Guido de Vico, que obligó al nuevo rey a ser vasallo de El Vaticano, con la obligación del pago anual de cuatro onzas de oro tanto a él como a sus descendientes. Aquella independencia de Portugal del Reino de León, reconocida por Alfonso VII en Zamora, sería ratificada por el papa Alejandro II en 1179 mediante la bula “Manifestis Probatum”. Pero lo cierto es que en 1580, la Monarquía Hispánica de los Reyes Católicos  de 1479 (compuesta por Castilla, Aragón y Portugal)  quedó bajo la soberanía de Felipe II. Pese a todo, la verdadera secesión de Portugal tuvo lugar el 13 de febrero de 1668 por el Tratado de Lisboa, mediante la firma de Gaspar de Haro y Guzmán, hijo de un sobrino del conde-duque de Olivares. Ya antes, en 1640, los portugueses decidieron tomar por rey al duque de Braganza, al que coronaron con el nombre de Joao IV. Se conformó una frontera de 1.200 kilómetros de separación entre ambos reinos, tal como hoy existe. El episodio del robo hace unos años de la estatua de Afonso Henríques y la colocación de otra escultura, ahora en granito y “sin vocación de realismo” en unos jardines de Zamora, es pura anécdota.  

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