Leo en “El País” que
“el Imserso pincha el turismo en invierno”. Me parece normal que, si el
Gobierno recorta en Sanidad y Educación, también recorte un 30% en turismo social para pensionistas. La crisis
económica obliga a que quien desee ir de vacaciones se lo pague de su bolsillo.
De la misma manera, si los hoteles de playa quieren reducir pérdidas en
temporada no turística, que reduzcan los precios. Los pensionistas bastante tienen a día de hoy
con ayudar en la medida de lo posible a los hijos en paro. Pero lo más curioso
–según leo en “El País- es que también se quejan las oficinas de farmacia
próximas a los hoteles de playa, conscientes de que los ancianos son los que
más medicamentos consumen. El Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales, cuya
cartera detenta la ministra Ana Mato, no pasa por sus mejores momentos. La
sanidad pública se quiere privatizar y los servicios sociales no funcionan como
debieran. Los viejos se han convertido en una rémora para el Estado excepto una
vez cada cuatro años, cuando el voto de “los ignorados” ayuda a ganar las
elecciones generales. En la letra de una canción de Fernando Ubiergo se cuenta
que “los viejos son siluetas transparentes” y hasta se hacen chistes de pésimo
gusto sobre ellos: “Abuelita, cierra los ojos. - ¿Y por qué
quieres que cierre los ojos? - Porque papá dijo que, cuando cierres los ojos,
seremos felices”. La inversión piramidal genera problemas económicos. Son
necesarios dos trabajadores en activo para pagar una pensión y las tasas de desempleo
se aproximan vertiginosamente al 27%. Ante estas desalentadoras circunstancias,
el futuro se presenta negro como la boca de un túnel. La vejez
carece de horizontes de futuro y eso complica las cosas. ¿Cómo
solucionarlo? No lo sé. Joaquín Giró afirmaba en su blog sociológico (“El
significado de la vejez”, jogiro, 29.4.2011) que “la imagen del
envejecimiento es una imagen cargada de consideraciones negativas que implican
discriminación de las personas de edad, al punto de producir no sólo indiferencia
o abandono, sino también exclusión y negación de espacios y roles, negándoles
el reconocimiento como sujetos de derecho”. Si Rajoy no tiene soluciones, pese
a haber incumplido todas sus promesas electorales en beneficio de la troika,
debe dimitir por vergüenza torera. Ana Mato también, pero por otras
circunstancias que a todos sonrojan.
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