A propósito de las declaraciones
del fiscal superior de Cataluña, Martín
Rodríguez Sol, al “justificar” los planes independentistas de Artur Mas, dice
Pablo Sebastián en “República.com”: “No está España para bromas, desafíos
constitucionales, casos de corrupción y vista gorda para el incumplimiento de
la ley. Y sobre todo para que falle la ejemplaridad en todos los órdenes de la
vida pública nacional”. En consecuencia,
si Bárcenas debe entrar en la cárcel, que entre; si la infanta debe ser
imputada, al no aclarar Urdangarín por qué su mujer formaba parte de Nóos, que
se la impute; si el general Juan
Chicharro dijo alguna inconveniencia con su frase incompleta: “Si los
mecanismos de defensa del orden constitucional no funcionan, por acción u
omisión, entonces...”, en su conferencia del pasado día 6 de marzo, que se le
destituya de su destino en la
Real y Militar Orden de San Hermenegildo, o se le abra un
expediente disciplinario; si Rodríguez Sol debe ser cesado por haber vulnerado
la legalidad vigente, al defender un referéndum de autodeterminación, que se le
cese de inmediato; etcétera. Lo que no se puede es andar con medias tintas, o
sea, salirse por la tangente: el Ministerio de Defensa ha abierto una
investigación previa… La infanta firmaba pero no sabía nada, sólo estaba por
transparencia, comodidad y formalismo… García Revenga fue nombrado tesorero,
pero no conocía… Bárcenas tenía despacho en Génova, 13, pero no estaba… No, de
ninguna manera está España para bromas. Se puede decir más alto pero no más
claro. Aquí sobran corruptos, ineptos, mangantes, la pérfida Corinna ejerciendo
de misteriosa Mata Hari y la astuta comisionista de líneas férreas, Zanganeh,
llevándoselo crudo. Se puede, incluso, tener un Gobierno ineficaz. ¡Qué le vamos
a hacer! Pero lo que no debemos tolerar los ciudadanos es que su presidente se
ponga de perfil, o “quieto/parado” como don Tancredo, cuando asoman nubarrones
por la cima del Moncayo.
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