Primero fueron los cangrejos
americanos, “procambarus
clarkii”, que terminaron con los cangrejos autóctonos y que empezaron a
introducirse en España en los años sesenta del siglo pasado con el objetivo de
producirlo para su introducción en el mercado de la alimentación. ¡Hace falta
ser burros! Mas tarde aparecieron los siluros, “silurus glanis”,
unos peces enormes y feos de gran longevidad abundantes en el río Danubio, que alguien echó al embalse de Mequinenza en
1974, y que casi han terminado con el
barbo, la madrilla e infinidad de peces autóctonos. Después apareció el
mejillón cebra, “dreissena polymorpha”, procedente del Mar
Caspio, aguas abajo del Ebro. Se sabe que este invertebrado produce una
grave disminución del fitoplancton disuelto, altera la composición de los
fondos y aguas fluviales, y afecta en mayor o menor grado a las especies
presentes en los ríos, destacando su efecto sobre los bivalvos autóctonos, como
la “margaritifera auriculari”, en peligro de extinción en el Ebro. Y, ahora,
éramos pocos y parió la abuela, el camalote enraíza en el Guadiana. Esa planta
apareció en 2004, cuando se “colocó” en algunos jardines “horteras”, pero nadie
le dio importancia. El camalote, “eichhornia crassipes” o
jacinto de agua, es una mata flotante de grandes hojas y vistosas flores, de
gran capacidad reproductiva y que está incluida en la lista de las 100 especies
exóticas más dañinas del mundo, hasta el punto de que en la actualidad, ¡a
buenas horas, mangas verdes!, está prohibida su introducción, posesión,
transporte, tráfico y comercio en España. Lo triste es que en este país se
hacen leyes protectoras de la
Naturaleza cuando el mal ya está hecho. Por ejemplo, todos
conocemos los efectos negativos que producen esas tortugas de Florida que
venden en las tiendas de animales a precios muy asequibles y que, una vez que
su nuevo propietario se aburre de tenerlas como mascotas, las suelta en pantanos y ríos. ¿Alguien con
autoridad bastante pone remedio a esta situación? Sobre el papel, puede que sí.
Pero la realidad es distinta.
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