Durante mucho tiempo se nos
estuvo susurrando la milonga de que el rey Juan Carlos había sido el artífice
de que se adjudicase la línea de alta velocidad entre Meca-Jeddah-Medina a
España. Una línea de 450
kilómetros de doble vía electrificada, que cuenta con un
presupuesto global de 12.000 millones, de los que 6.736 millones están
destinados a la segunda fase adjudicada al Consorcio hispano-saudí. Pero ahora
resulta que el éxito de la operación se lo debemos a la empresaria iraní Shahpari Zanganeh, tercera esposa del saudita Adnan Khashoggi, ante el
fracaso de las negociaciones de Rodríguez Zapatero, al que habían pedido ayuda
los empresarios de las sociedades interesadas en su construcción (Cobra,
Consultrans, Copasa, Dimetronic, Imathia, Inabensa, Inda, Talgo y OHL) y que Zapatero,
puenteando a José Blanco, delegó en la
ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, con resultado nulo.
Pero la empresaria Zanganeh, que no es precisamente Teresa de Calcuta, recibirá
una comisión de casi 135 millones de euros, o sea, del 2% de esos ingresos (6.736 millones) si
tomamos como buena a la nota de prensa que dio a conocer el Ministerio de
Fomento el 15 de septiembre de 2012. Esa segunda fase –leo textual en esa
nota.- “incluye el diseño y construcción de la superestructura e instalaciones
ferroviarias (electrificación, señalización, comunicaciones, etc.), el
suministro de 35 trenes de alta velocidad diseñados para velocidades de más de 300 km/h y opción de
compra de otros 20 trenes más durante el período de operación, el mantenimiento
de dicho material rodante y la explotación y conservación de la línea por un
período de 12 años”. Finalmente, el 14 de enero de 2012, la ministra de
Fomento, Ana Pastor y el ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo,
protocolizaban en Riad la firma del contrato de construcción y posterior
explotación del proyecto por parte del Consorcio. La firma fue ratificada, por
parte del Consorcio Al Shoula Group, por el príncipe Abdul Aziz Ben Mishaal Ben Abdul Aziz,
por representantes de las distintas empresas españolas y, por parte saudí, por
los ministros de Hacienda, Ibrahim Al-Assaf, y de Transportes, Jabara Ben Eid Alsuraiseri. Y
García-Margallo, como puede leerse en las hemerotecas, hizo hincapié en que ese
proyecto no habría sido posible sin el continuo y permanente apoyo del Rey.
Pero la verdadera milonga la contó en la revista “Tiempo” Antonio Rodríguez (“Así
consiguió el Rey el contrato del siglo”, 3.11.11) que no transcribo por su
extensión pero que invito a leer, donde el periodista hace referencia, entre
otras cosas, a la operación quirúrgica del rey Abdulá (de hernia discal), al
telegrama de su “hermano” Juan Carlos, a la muerte del sultán Sultan ben Abdul
Aziz, al viaje de Felipe de Borbón al entierro…Vamos, como una historia
entresacada de “Las mil y una noches”. Ahora sabemos que la Scheherezade de esta fábula
de trenes, donde también aparece un rey de nombre Shahriar, es Shahpari Zanganeh, tercera
esposa de un rico traficante de armas. Y a los españoles se nos ha ensombrecido
el épico relato.
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