Ya lo saben: “Si los mecanismos
de defensa del orden constitucional no funcionan, por acción u omisión,
entonces...”, entonces ¿qué? Juan
Chicharro, general en la reserva debería haber terminado la frase el pasado 6
de febrero en el debate “Fuerzas Armadas y
ordenamiento constitucional”,
celebrado en el salón de la
Gran Peña, de Madrid, y no dejarla en puntos suspensivos. Sin
embargo, estoy de acuerdo con ese militar de carrera en una cosa: en que el concepto
de patria es anterior al de la
Constitución. La
patria es la tierra que está ligada a una persona por vínculos
afectivos, jurídicos o históricos. Es decir, la nación. Por ejemplo, si yo he
nacido en Zaragoza, soy zaragozano de nación y si he nacido en Toro, provincia
de Zamora, seré toresano de nación. Y a ese territorio, a la “patria chica”,
nos sentimos ligados por vínculos afectivos que otorgan una identidad y sentido
de pertenencia. Yo no sé si el general Chicharro afirmó que “la patria vale más
que la democracia”. No estaba presente en el acto y me fío de lo que he podido
leer en “El País” y en “La Vanguardia”. Lo que sí
le puedo atestiguar al general Chicharro es que muchos ciudadanos españoles
tuvieron que huir de su patria, es decir, de España, coincidiendo con el final
de la Guerra Civil
y el triunfo de los fascistas. Muchos de ellos sirvieron a la Democracia como
miembros activos de la Resistencia. Otros
muchos, por desgracia, terminaron sus días en campos de exterminio. Y que, en
la reunión de Hendaya, Hitler le comentó a Francó el problema que había con los
españoles en la diáspora. Y Franco, frío como el hielo, le contestó que
españoles sólo eran los que estaban en España. Y aquellos españoles, que habían
luchado en Guerra Civil española y más tarde en la Resistencia francesa,
fueron considerados apátridas y nunca se
les devolvió la nacionalidad que se les había robado. Los militares en España
están a las órdenes del Poder Civil y los “patrioterismos” al estilo de Pavía,
del espadón Miguel Primo de Rivera, del general Sanjurjo o de Jaime Milans del
Bosch, terminan en dictadura militar o en triste astracanada. Según Chicharro, “el
patriotismo es un sentimiento y la Constitución no es más que una ley”. En efecto.
Los sentimientos son siempre el resultado de las emociones y necesitan de una
razón para lograr un estado de satisfacción y equilibrio, pero el respeto a la
legalidad vigente es imprescindible en un Estado de Derecho.
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