Parece ser que no existe la
comida erótica sino la erótica de la comida. Esto viene a cuento con la “I Ruta
de Tapas Eróticas” que se está llevando a cabo estos días en Toro (Zamora)
donde participan 16 bares en la
Ciudad de doña Elvira, que nada tiene que ver con la otra
doña Elvira , la de la Plaza
de Santa Cruz, la que reurbanizó Juan Talavera Heredia hace ahora un siglo, y
donde antes estuviera un corral de comedias y la casa de don Gonzalo de Ulloa,
si hacemos caso a don José Zorrilla,
sino a la hija de Fernando I de León y de Sancha de León y hermana de Sancho II
de Castilla, Alfonso VI de León, García de Galicia y Urraca de Zamora. Pues
bien, la iniciativa partió de Alberto Sánchez, propietario del bar Noche y Día
II, y cuenta con el apoyo del Ayuntamiento y del Consejo Regulador de la D.O. Toro. Se pretende
con esta iniciativa que los ciudadanos salgan a la calle y se anime el consumo.
Y entre las tapas más curiosas destacan “cómete la salchicha”, “placer chino
agridulce”, “dos rombos”, “50 sombras de Grey”, “huevos Bellido Dolfos”, “picha
brava”, etcétera. Los alimentos considerados como afrodisíacos: apio, boniatos,
vainilla, cebolla, lenguas de ganso,
hígado de cabra, glándulas del almizclero macho, huevas de peces, ostras,
entre otros, son una cosa. Otra muy distinta, la chabacanería culinaria más
acendrada. Por ejemplo, la tapa “cómete la salchicha”, consistente en dos
huevos de codorniz, una salchicha y una salsa de queso de Cabrales simulando el
semen humano parece, a mi entender, un atentado a la inteligencia. Otra, la
tapa “huevos Bellido Dolfos”. Ese tipo, que yo sepa, cuyo nombre otros los
escriben con uve, fue el autor de un magnicidio en la persona de Sancho II de
Castilla el 6 de octubre de 1072 huyendo a continuación por el “Portillo de la Traición”. Recuerden el
cantar de gesta: “¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso, /
que de dentro de Zamora un alevoso ha salido; / llámase Vellido Dolfos, hijos
de Dolfos Vellido, / cuatro traiciones ha hecho, y con ésta serán cinco”.
Curiosamente, ese portillo no se descubrió en las murallas de Zamora hasta los
años 50 del s. XX. Desde entonces se le conoció como “Portillo de la Traición” hasta 2009, cuando el Ayuntamiento de Zamora dio un
bandazo histórico inexplicable y cambió tal nombre por el de “Portillo de la Lealtad”, invirtiendo el
punto de vista castellano en beneficio de otro punto de vista leonés. ¿Motivos?
Lo ignoro, pero me avergüenza que los zamoranos
no tengan las ideas claras.
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