Hay dos cosas que no soporto, que
un peatón no respete mi derecha en el
sentido de la marcha y que me aticen paraguazos cuando llueve. El paraguas hay
que saber llevarlo con dignidad, como lo hacen en San Sebastián y en toda la
cornisa cantábrica. Y es que por allí llueve y la gente está acostumbrada a no
sacarle un ojo con una varilla del paraguas a aquel con el que se cruza por la
calle. Pero en Aragón la cosa cambia bastante. La falta de costumbre, puesto
que casi no llueve, es la causa de esos malos usos. Es decir, cuando no llueve,
el paraguas lo portan en forma de lanza en vez de en forma de bastón, y cuando
diluvia es cuando aparece el problema. Curiosamente, Zaragoza es la ciudad
española donde se fabrican quizás los mejores paraguas, los de Casa Redondo. Me
gustaría que, de la misma manera que existe la asociación “Amigos de la capa”, a alguien le diera con
constituir el club de los “Amigos del paraguas”, con visitas culturales, misas
en el Pilar y aperitivos de Hermandad, que los pinchos de tortilla, los
pepinillos en vinagre y las cañas de cerveza ayudan mucho a que la fiesta no
decaiga. Los “Amigos de la capa” tienen hasta santo patrón, San Martín de
Tours, que partió su capa para darle la mitad a un necesitado. Pues bien, los “Amigos
del Paraguas”, de formarse esa asociación, deberían llevar uno de aquellos
utensilios gallegos, que tienen más fuste. Allí les dicen paraugas. De hecho ya
existe la Peña
“El paraguas” en Avilés, y los peñistas realizan excursiones y lo pasan bien. Y
para no ser menos que los “Amigos de la capa”, incluso se podría adoptar como
himno oficial la “Mazurca de los paraguas”, de la zarzuela “El año pasado por
agua”, de Chueca y Valverde y libreto de Ricardo de la Vega. Lo de nombrar
un patrón puede esperar, porque el
paraguas no se puede partir por la mitad para ayudar a un pordiosero, como hizo
San Martín de Tours, salvo que el paraguas sea de los chinos. Para ello nada
mejor que esperar un día de cierzo e intentar pasar el zaragozano Puente de
Piedra. El paraguas no se parte en dos mitades sino que se desarma por
completo. Pero si los “Amigos del Paraguas” instan a nombrar un santo patrón
que les guíe por carreteras secundarias cuando hacen encuentros con los “Amigos
del Paraguas” de otros municipios, siempre quedará el recurso de ponerse bajo
el amparo de la Virgen
de la Cueva,
aunque ya saben el dicho: “del santo me espanto, del pillo no tanto”.
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