Hace tiempo escribía, no recuerdo cuándo, que lo
primero que hago todas las mañanas con el desayuno es leer por internet “El Redcuadro” de Antonio Burgos. Sus
artículos en ABC son como flores de un jardín que se abren con el alba y se cierran
cuando cae la luz en la atardecida, para abrirse al día siguiente, y así. Como
si fuesen dondiegos de noche. Pero ahora, sin quitarle un ápice de mérito a
Burgos, me ha entrado el gusanillo de leer también a Pascual González, sí, a
ese, al de Cantores de Híspalis, en la sección de “opinión” de "El Correo de
Andalucía". Lo último, lo de ayer, con su “Tapeando por Sevilla” me recordó “la
bodeguita Romero”, “el Mesón de la
Pescada y del Jamón” y el “bar Iruña” de mis 3 veranos, 3, en
la Sevilla de
luz, aviones y vencejos acharolados y limpios. Sevilla está en mi recuerdo de muchacho como
el de aquella chiquilla a la que no has vuelto a ver desde la juventud y que ya
estará muy cambiada con la edad, como la Sevilla de las Setas, de la Torre Pelli, de los
tipos de las mariscadas que no terminan de digerirlas y de Susanita, que ha
aparecido en la escena política socialista como un elefante en una cacharrería
y que ha dejado a Rubalcaba como un ratón chiquitín, que toma chocolate, turrón
y bolitas de anís, pero de anís del Mono, el de Badalona. Pascual González me recuerda a
aquellos clientes de barra de bar que nunca tenían prisas y a aquellos
camareros que te soltaban una letanía de tapas y raciones cuando sólo le habías
pedido una cervecita fresca de barril. “¡Póngame
una tapita de Triana o Macarena! ¿O qué tienes? ¿Qué tapas me recomienda? Tengo
Torre de Oro y río, orillitas de quejíos y Postigos en aceite, cucañitas de
Santa Ana y azahares a la fuente. Tengo un poquito de cielo, soniquetes
clarineros y arbero (sic) de
Maestranza, y salpicón de claveles, y delicias de Esperanzas. También tengo
plazoletas, pianillo a la
Barqueta y almenitas de Alcazaba, y revuelto de cornetas de
Centuria a la romana. (…) ¿O quiere usted una glorieta de rimas, plazuela de
Doña Elvira y Font de Anta en su marcha, pincelitos de Museo, rollitos de
Coliseo, y sombreros de ala ancha? No se quejará mi amigo, dígame usted
lo quiere que si no le gusta, puede decirme que pare el carro que también tengo
palillos y artesanitos de barro. Ensaladilla de palmas, montaditos de
guirnaldas y un compás por bulerías con piolas y petancas y estofado de
alegría. Balconcillos de jazmines, primaveritas de abriles y macetas de
geranios, puntitas de Baratillo y maniguetas de palio. Torreón de don Fadrique,
mantones bordaos con pique y cava de bronce y mimbre, cocido de capirotes y
muchas ganas de irme”. Eso es torear con el idioma y darle unas gaoneras al
léxico con una revolera de propina. Pascual González lo mismo le canta al
Cachorro unas sevillanas que se merienda con papas fritas la inefable
expresión de que “Sevilla es la servilleta de una Virgen de Murillo”.
¡Joé, que hombre! De que pozo sacará tanta sabiduría… Seguiré observando, a ver
si me entero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario