Leo con interés el último
artículo en República.com de don Juan Chicharro, “Un desfile militar”, donde hace referencia a
un desfile en Barcelona durante los años 80, hace ya treinta y tantos años,
entre el entusiasmo popular. De paso, recuerda el señor Chicharro cuando, en junio de 1974, la Junta Directiva
del Barça estregó la Medalla
de Oro de ese club al general Franco. Y el señor Chicharro se pregunta: “¿Qué
es lo que ha pasado en estos últimos 30 años para que hoy nos encontremos ante
una situación patética en la que todo ha girado 180 grados? Y el señor Chicharro
se responde: “Ceda Vd. graciosamente el control de los medios y el de la
enseñanza a quienes se consideran contrarios a la unidad de España y ahí tiene
el resultado”. Un poco más adelante, en su artículo, el señor Chicharro hace un
ejercicio de reflexión: “No sé, ignoro que nos deparará el futuro respecto al
contencioso territorial que se nos presenta, pero sí que tengo claro que la
historia juzgará un día a los culpables que por omisión y dejación de sus
responsabilidades han posibilitado que estemos como estamos. Y estos no son
precisamente los nacionalistas sino aquéllos que por intereses de
gobernabilidad o económicos o de clase han puesto en riesgo la unidad secular
de España”. Y termina escribiendo: “No hay de qué extrañarse, al fin y al cabo
Bellido Dolfos también era español”. Llegado a este punto, soy yo el que
después de haber leído al general Chicharro, tengo que ponerme a reflexionar
sobre la figura de este noble leonés por ver si
encuentro alguna relación entre el “Cantar de Sancho II de Castilla”
y Artur Mas, entre el amante de doña
Urraca, hija de Fernando I, el Portillo de la Traición zamorano y el
Cid Campeador. Complicado, oiga. Mezclar historia con leyenda es algo que sólo
se le daba bien a Ricardo de la Cierva. El
portillo de la Traición,
que he traspasado muchas veces en mis
múltiples visitas a Zamora por aquello de que mi mujer es toresana de nación,
tuvo un cambio de nombre en 2009, cuando el Ayuntamiento presidido por Rosa
María Valdeón Santiago, también natural de la Ciudad de Doña Elvira y licenciada en Medicina,
cambió su nombre por el de Portillo de la Lealtad, invirtiendo el punto de vista de
castellano a leonés, al entender que Bellido Dolfos había recibido el “encargo”
de cometer magnicidio por expreso deseo de doña Urraca, con la pretensión de
romper el cerco de Zamora. “¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, / no digas que no
aviso, que de dentro de Zamora un alevoso ha salido; / llámase Vellido Dolfos,
hijo de Dolfos Vellido, / Cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco”. Pues
bien, por más vueltas que le doy al asunto, no encuentro relación alguna entre
la muerte de Sancho II de Castilla el 6 de octubre de 1072 con los deseos
secesionistas de Artur Mas a día de hoy, Martes Santo de 2014. Seguro que
carezco de las neuronas necesarias para poder entenderlo. ¡Qué le vamos a
hacer!
No hay comentarios:
Publicar un comentario