Mónica Oriol, presidenta del
Círculo de Empresarios, se ha visto obligada a retractarse en RNE de parte de
las gansadas que dijo el pasado jueves ante un grupo de periodistas. Y en su
ponderada rectificación, cuenta ahora que “todas las personas tienen dignidad y
valía”. Esto es como lo de san Pablo cuando se cayó del caballo. Mónica Oriol
haría bien, de ahora en adelante, en medir sus palabras antes de expresarlas a
los medios, en vez de largar a la rosa de los vientos lo primero que se le ocurre
y luego tener que desdecirse ante la presión social. ¿Por qué no dice algo
parecido a lo que dijo sobre los “nini” sobre determinados parlamentarios
españoles, muchos de ellos diría yo, cuya única misión durante toda la legislatura
consiste en votar aquello que ordena su jefe de filas? Fueron votados por los
ciudadanos, podría decir Oriol. Sí, sí, claro, pero en lista cerrada
confeccionada en los senos de los partidos y aceptando “a priori” la
disciplina, como pudo comprobarse, por ejemplo, a la hora de votar sobre la
modificación de la ley del aborto, cuando hicieron piña en torno a Gallardón
pese a existir un gran disenso entre los miembros del mismo grupo
parlamentario. Pues bien, el salario
mínimo interprofesional en España, publicado anualmente en el BOE, se rige en
función de varios parámetros, como el IPC, la productividad media, el incremento
de la participación del trabajo en la renta y la situación económica Una cosa
es congelar el SMI, como hizo Rajoy en diciembre en 2011, y otra muy distinta
pretender pagar a trabajadores sin cualificación salarios por debajo de ese
SMI. Oriol se refería a los “ni-ni”, a aquellos jóvenes que ni estudian ni
trabajan, pero cuando un joven comienza a trabajar, éste debe de tener los
mismos derechos y obligaciones que el resto de sus compañeros de trabajo y, en
consecuencia, ganar igual que ellos. Si Mónica Oriol pretende volver a la
esclavitud en las empresas, como en las novelas de Zola, que lo diga alto y
claro, pero que no diga sandeces antes de ayer y se vea en la necesidad de
rectificar pasado mañana, como en el juego del yo-yó. Si está en su deseo
modificar el Estatuto de los Trabajadores, sabe cómo hacerlo: que el PP la
“incruste” en lista electoral, que salga elegida por los ciudadanos y que en sede parlamentaria proponga una
modificación de ley. Decir en España Círculo de Empresarios, con todos los
respetos para su presidenta Oriol, es como decir Círculo de Jugadores de
Garrafina, Círculo La Amistad
o Círculo La Unión,
etc., que era el eufemismo con el que se denominaba a los casinos de los
pueblos a partir de 1935 y durante los casi cincuenta años posteriores. Yo
también puedo proponer por los cauces adecuados, es decir, mediante carta a
doña Ana Pastor, para que a Mónica Oriol le conceda el Estado la Medalla de Plata, de la
que cagó la gata, con colgajo lila de los Grandes Expresos Europeos, por el
hecho de ser biznieta del cofundador del Talgo, pero no serviría de nada. La
ministra de Fomento no me haría el menor caso. Aún en el supuesto improbable de
que se la concediesen, ¿quién se encargaría de colgarle el medallón sobre su
hermoso pecho? No se sabe si la ministra, el presidente de Adif, el presidente
de Renfe Operadora, el sobrestante de la Estación de Venta de Baños, o la limpiadora de
los retretes de Valladolid-Campo Grande…¡Menudo lío!
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