Como bien señala hoy un editorial
de El País, “la EPA
del primer trimestre del año ha confirmado que el mercado laboral no reacciona
como debería, que la economía sigue destruyendo empleo (concretamente 184.000
puestos de trabajo entre enero y marzo) y que el leve descenso del paro (2.300
personas) es atribuible no a la mejora de la oferta, sino a la caída de la
población activa en 187.000 personas. Hay menos paro, pero también menos
trabajo”. Ante estos datos escalofriantes, uno se pregunta qué demonios está
haciendo el Gobierno presidido por Mariano Rajoy para cambiar esta situación
desesperante. No dudo que los datos macroeconómicos vayan bien, pero ni el
crédito llega a las pymes ni los desempleados encuentran un atisbo de esperanza.
Mañana es 1º de Mayo, Fiesta del Trabajo, y los sindicatos mayoritarios
movilizará a la ciudadanía para que acuda en masa, como todos los años, a las
manifestaciones callejeras por ellos convocadas detrás de las pancartas con sus
líderes y de unos altavoces altisonantes. Pero esos mismos sindicatos, que
reciben inmensas cantidades de dinero del Estado que nunca justifican; que han
estado formando parte de los consejos de cajas de ahorro quebradas o rescatadas; que están sumergidos en el merengue resbaladizo
de cursos que cobraban por cuenta de los fondos europeos y que, en demasiadas
ocasiones, no se realizaban; que están pringados en los chanchullos en los ERE,
en las vergonzosas mariscadas andaluzas, etc.; esos mismos sindicatos, digo,
intentarán “convencer” mañana a ese grupúsculo de manifestantes, con pegatinas
hasta en la frente y portadores de trasnochadas banderas republicanas (de la Segunda República
que no de la Primera),
de que ellos son quiénes defienden la causa obrera. No sé si reírme o echarme a
llorar. Como dijo Ortega, “no es esto, no es esto…”.
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