Señala Juan M. Blanco en
Vozpópuli que “hay sujetos que nunca han resuelto problemas pero viven de
crearlos... y de buscar con empeño las soluciones equivocadas. Siempre con el
dinero de los demás, claro”. El gobierno presidido por Mariano Rajoy no sólo
desconoce la manera de resolver los tremendos problemas que tienen hoy los
españoles sino que los aumenta a golpe de decreto. Si esos problemas eran
heredados, éste ya sabía que eran heredados, pero afirmaba que tenía la fórmula
política para aminorarlos cuando, en realidad, no tenía ni idea de cómo poder
resolverlos. Pensaba ingenuamente que, una vez ganadas las elecciones, ya se
encargaría Europa de arreglárnoslos. También, ¡horror!, desconocía la Ley de Murphy. Su gobierno, digo, se ha limitado a dar palos
de ciego aumentando más aún esa tragedia social, que ya era mofletuda. España,
a mi entender, necesita dar un giro de timón si desea ser respetada como nación
en el resto del mundo. No se debe decir, por ejemplo, como ha dicho la ministra
Báñez, que “el empleo va sobre ruedas” cuando la situación actual es dramática.
El caso vergonzoso de los 4.500 muchachos engañados por el gobierno alemán, que
ahora se niega a abonarles la parte que prometió sobre un miserable salario,
confirma el desencanto de la “movilidad exterior” (eufemismo de Báñez para no
llamar a las cosas por su nombre, es decir, emigración pura y dura) que había
visto un resquicio de esperanza en su incierto futuro. ¿Qué se puede esperar de
una Alemania gobernada por Merkel? La oficina de la agencia nacional de empleo
de Pinneberg publicó el pasado verano una curiosa “guía” para enseñar a ahorrar
a las personas en paro. Y en ese cuadernillo "aconsejaba", por ejemplo, dejar de
comer carne, vender muebles en los mercadillos, beber solamente agua del grifo,
ducharse rápidamente y mudarse a una vivienda menor y más barata. Si el
problema de España es que se está arruinando un pueblo a costa de un Estado,
conviene cambiar la forma de Estado cuanto antes, en evitación de que sus metástasis
provoquen nuevas neoplasias. El Estado inyectó dinero por medio del FROB a una banca y unas cajas de ahorros que
Zapatero decía estar saneadas. Pero una vez limpias, esas entidades no conceden
créditos a las empresas, como sería deseable para crear empleo, sino que
utilizan su dinero para prestárselo al Estado con la compra de una deuda pública
que ya casi roza el 100% del PIB. Es la pescadilla que se muerde la cola. En
otro momento, Blanco, al referirse a la Corona, entiende que “ante su deplorable
situación hay quien enfatiza los defectos de Juan Carlos, o de su dinastía, lamentándose o
despotricando ante un deterioro sin solución. Pero resulta más productivo
analizar las claves institucionales que desembocaron en la flagrante ausencia
de ejemplaridad real: una Constitución donde el Monarca no está sujeto a
responsabilidad ni a obligación de rendir cuentas. Y donde la Corona se encuentra exenta
de los más elementales controles. Por ello no cabe la mera abdicación. Si
España decidiese continuar con la
Monarquía tras un imprescindible referéndum, la regulación
debería ser radicalmente distinta”. En consecuencia, tenemos dos opciones:
subsanar los errores cometidos, o llorar por las esquinas.
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