Hoy me viene a la cabeza la “Jota de los ratas” de La Gran Vía,
aquella zarzuela de Chueca y Valverde que tanto éxito alcanzó hace
100 años. Aquí ya se sabe, hay quien se curra la mangancia,
como los “tres ratas” y hay quienes,
en cambio, la practican desde
confortables despachos, sin apenas riesgos inmediatos. En eso de la mangancia
siempre ha habido clases. La prensa
aragonesa comenta una noticia que me produce abatimiento: “Las detenciones de
mayores de 64 años crecen casi un 50% en los últimos tres años”. Y las razones
que se esgrimen son, en la mayoría de los casos, por “la desesperación y el intento de obtener
recursos económicos”. Según el sociólogo Carlos
Gómez, “cuando hijos y nietos
dependen de ellos [de los ancianos], puede ser que busquen maneras ilegales
de conseguir unos ingresos extra, por ejemplo, a través de los
hurtos”. En su mayoría son lo que se denominan como robos famélicos. Las
estadísticas de los juzgados son el reflejo de una realidad social que no
quiere ver Mariano Rajoy, para el
que la economía va viento en popa, ni tampoco el expresidente de la Comunidad de Madrid, el
demógrafo Joaquín Leguina, que desde su periscopio en el búnker del
Consejo Consultivo de esa Comunidad se permitió afirmar que “las ONG inflan los
datos de pobreza”. ¡Vaya, con el de Guarnizo! Pero no pasa nada. Rafael Catalá ha dejado claro que “el
Gobierno no manipula los medios de comunicación públicos”. Nos quedamos más
tranquilos. Lo ha dicho Roma, se acabó la discusión. Aquí solo valen los
ataques a la web de Carmena. Leña al mono, que es de goma.
Lo peor de la España
de hoy no es sólo que haya ciudadanos que no tengan trabajo, sino ciudadanos
que aún teniendo trabajo siguen siendo pobres por sus bajos salarios. La Razón,
en septiembre de 2014, todavía no hace una año, señalaba que “tenemos una banca
sobresaliente”; El País, que “la
corrupción es poca y no debe atribuirse a todo el país”, y Joaquín Leguina, el
del retiro dorado, escribía una “Tribuna”
sobre Podemos “aclarando” que éstos “son un grupito de universitarios radicales
y prepotentes”. Solo falta que alguien afirme que los ancianos, tanto los que
producen robos famélicos en las grandes superficies como los que no, deberían
morirse cuanto antes para ahorrar fondos a la Seguridad Social.
Todavía no lo he leído, pero todo se andará…
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