Mariano
Rajoy, que siempre apuesta doble contra sencillo, ha hecho unos
Presupuestos Generales del Estado para 2016 donde el Ejecutivo se sube el
sueldo el 1%, como a los funcionarios. No es mucho, la verdad, pero si tenemos
en cuenta que a los pensionistas está previsto subirles un 0’25%, que ya se ha
hecho crónico, no cabe duda de que la subida de los primeros es tres veces más
que el de los segundos. El presidente del Gobierno entiende que los jubilados
se arreglan con poco, o sea, con una sopita de ajo, un paseo mañanero al sol y
la visión del “telediario” de TVE, donde
se cuentan las “bondades” del Gobierno al estilo de los cuentos de Calleja. El Gobierno entiendo que
debería haber tenido la decencia de subirse el mismo porcentaje que las clases
pasivas, esas que viajan con el IMSERSO a Murcia en invierno, con las medicinas
de repago en la maleta y los ojos nublados por las cataratas, que producen la
misma sensación en el anciano que ver en butaca de patio “Los diez mandamientos” pero sin quitar la cortinilla del
proscenio. A los miembros de este Gobierno, digo, le faltan hechuras y dignidad
y la chaqueta les tira por la sisa. Araceli
Mangas comenta hoy en El Mundo
que “el artículo 168 [de la Constitución
Española] es una rémora para afrontar la evolución normal del
ejercicio de la soberanía. Recuerda el “atado y bien atado” del franquismo en
una operación sibilina para perennizar un periodo: el de la Transición, un tiempo
en el que seguimos atrapados. Se tomó así como rehén a la soberanía nacional”.
(…) “En
España ninguna Constitución ha sido un puente intergeneracional, siempre ha
sido una imposición de una generación sobre la siguiente”. En este país, donde se han gripado las zapatas de las ruedas del progreso, sólo se
han hechos dos pequeñas reformas constitucionales, obligados por Bruselas: el
artículo 13.2 con motivo
de la adhesión al Tratatado de Maastricht
y la reforma exprés del artículo 135, donde el pago de la deuda por parte de todas las Administraciones españolas
sería la prioridad absoluta en materia de gasto. Desde entonces, todas las
Administraciones Públicas estaban obligadas a actuar aplicando el principio de
estabilidad presupuestaria. Tanto el Estado como las Comunidades Autónomas no podrían incurrir en un déficit estructural
que superase los márgenes establecidos mientras que los ayuntamientos
deberán tener superávit. Lo cierto es que no se cumple. Baste sólo con mirar a
las Comunidades de Madrid o de Valencia ¿Qué ayuntamiento tiene superávit?
Ninguno. La reforma del artículo 135, que dejó más tranquilos a los alemanes,
sirvió de coartada, tanto a Rodríguez
Zapatero como a Rajoy, para reducir gastos en Sanidad, Educación y
Servicios Sociales, todos ellos transferidos, con lo que los españoles, en
general, hemos quedado mucho más desasistidos, empobrecidos y cabreados. Pero
había que pagar la deuda contraída por
bancos y cajas de ahorro mal
gobernados, sobre todo cajas, muchas de ellas rescatadas con dinero público que
presumo nunca devolverán. Los casos de Bankia o de CAM, por poner dos ejemplos de lo que no se debe
hacer, claman al cielo. Ahora Rajoy sigue apostando doble contra sencillo por
la creación de empleo. Pero, ¿qué tipo de empleos? Salgan a la calle y
pregunten.
No hay comentarios:
Publicar un comentario