Observando el manto que hoy luce la Virgen del Pilar en su
camarín, confeccionado por el Grupo Zaragozano de Papiroflexia con dos
pajaritas sobre fondo azul, uno entiende que día llegará en el que el manto de la Virgen, que cada día que
pasa es distinto, podrá servir de soporte publicitario de cualquier cosa. Todo
es cuestión de dinero. Pero en el caso que ahora nos ocupa, se agradece el
detalle por parte del arzobispo, del deán o de quien sea. Un recuerdo a Ramón Acín bien vale una misa, y un
manto aunque sea de papel, y un recuerdo hacia ese aragonés que creyó en la
libertad. El dibujo del manto que hoy que lleva sobre la columna la Pilarica representa el monumento 'Las Pajaritas', situado en el Parque Miguel Servet de Huesca. Ramón Acín Aquilué fue fusilado tal
día como hoy en 1936. Tenía 47 años. Decidió dedicarse al dibujo y a la pintura
después de haber intentado estudiar Química en la Facultad de Zaragoza y de
haber opositado como delineante a Obras Públicas, sin éxito. Tras asistir a
clases en la academia de Anselmo Gascón
de Gotor, en agosto de 1910 El Diario de Avisos de Zaragoza publica
sus primeras ilustraciones en prensa. En agosto de 1911 ilustra la portada del
programa de las fiestas de San Lorenzo
en Huesca y a finales de este mismo año un dibujo suyo ocupará la portada de la
revista humorística madrileña Don Pepito. A partir del año siguiente,
Acín se encarga de la sección de “notas humorísticas” con el seudónimo de fray Acín en El Diario de Huesca que dirigía Luis López Allué. En 1913 marcha a Barcelona, reclamado por Ángel Samblancat, donde fundan el
semanario La ira. Con el segundo
número, donde en el artículo “No riáis” se hace un duro ataque a la Iglesia Católica, se encarcela
a los redactores y se cierra el semanario. Fue en 1928 cuando realiza la
escultura Fuente de Las Pajaritas.
Acín se involucra a finales de 1930 en la sublevación de Jaca y, al fracasar,
tiene que exiliarse en Francia. Con la llegada de la
II República, regresa a España y recupera
su trabajo como pedagogo en la Escuela
Normal de Huesca. En la noche del 18 de julio de 1936
una multitud de oscenses se dirige al gobierno civil en demanda de armas. El
gobernador civil se entrevista con Acín y otros líderes antifascistas
asegurándoles que todo está bajo control. Al día siguiente Huesca es tomada por
los rebeldes. Acín se oculta en su domicilio hasta que el 6 de agosto. Ese día,
al oír como maltratan a su mujer, sale de su refugio y se entrega a las
autoridades. Ese mismo día será fusilado en las tapias del cementerio de
Huesca, cerca del polvorín de Fornillos, donde el 14 de diciembre de 1930
habían sido fusilados los capitanes Fermín
Galán y Ángel García Hernández.
Tanto para Alfonso XIII como para el
presidente del Consejo de Ministros, Dámaso
Berenguer, “se había hecho justicia”. Cuatro meses después salía el rey de
España con el rabo entre las piernas camino del exilio. Se acababa de una
puñetera vez la pesadilla de un reinado
catastrófico. La mujer de Acín, Conchita
Monrás, fue asesinada diecisiete días después, junto a un centenar de
republicanos. Acín vivía por aquellos días en la calle Las Cortes, 3, conocida
como Casa Ena. Pero no quiero acabar mi chat
sin recordar el estúpido papel de
Alfonso XIII ante tales circunstancias y frente al “error Berenguer”, como lo describió Ortega en El Sol. El
error que cometió tanto el rey como el
Gobierno consistió en intentar volver a la Constitución de 1876,
cuando en realidad llevaba ya seis años abolida, porque desde 1923 Alfonso XIII
era un rey sin Constitución, y su poder durante ese tiempo no había estado
legitimado por ella, sino por el golpe de Estado que el rey aceptó. La Monarquía se había
vinculado a la Dictadura
de Primo de Rivera y ahora pretendía
sobrevivir cuando esa Dictadura había caído. Es evidente que, violada la Constitución por el
golpe de Estado, se imponía un proceso constituyente. El Pacto de San Sebastián (17
de agosto de 1930) fue necesario. El 13 de febrero de 1931 el rey nombró
presidente del Gobierno al almirante Juan
Bautista Aznar que, como se decía en las tertulias de café, procedía
“políticamente de la luna, geográficamente de Cartagena”. Lo que vino después,
todos lo conocen. El día que un historiador prestigioso plasme con rigor en una
planilla el “debe y el haber” de los Borbones
en España, veremos el resultado objetivo. Para mí, no puede ser más
desfavorable.
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