domingo, 25 de febrero de 2018

Desplante institucional




Decir, como ha dicho el Ejecutivo, que “los desplantes institucionales, además de injustos y mezquinos, ponen en riesgo que Barcelona pueda seguir albergando en el futuro un evento global de tanta importancia”, refiriéndose al Mobile World Congress, se me antoja como una tremenda necedad. Y no estoy insultando a nadie. Necio es el que insiste en sus propios errores, demostrando con ello poca inteligencia. A mi entender, en momentos de gran tensión en Cataluña por el desafío independentista, la presencia del jefe del Estado no ayuda a mejorar los ánimos. El Mobile se hubiese celebrado tanto si acudía el rey a Barcelona como si no lo hubiese hecho. La presencia de Felipe VI, sin duda, simboliza el apoyo de la Corona a la pujanza de la economía catalana. Pero maticemos: el conjunto de los españoles que conformamos el Estado es una cosa y la Corona, otra. Hace pocas fechas el rey visitaba Zaragoza con motivo de la apertura de la Fima. ¿Acaso piensa alguien que se venderán más tractores por aquella real presencia?  ¿Por qué razón el rey no visita Ceuta y  Melilla? Esas dos ciudades autónomas también forman parte de España. Pero no lo hace, entiendo, por  no incomodar a Mohamed VI, el vecino molesto. Si la alcaldesa Ada Colau y el presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, han decidido no estar presentes en la cena de hoy domingo también es respetable, si se considera que todavía hay políticos en presidio y políticos alejados de este país sobre los que pende la espada de Damocles. Hoy, esos políticos en la diáspora no temen a los “mangas verdes” de la Santa Hermandad, disuelta en 1834, sino a las puñetas de las togas de la Audiencia Nacional. Pero esas no serán las únicas ausencias a la cena. Tampoco parece que asistirán el secretario de Telecomunicaciones de la Generalidad, Jordi Puigneró; el de Empresa y Conocimiento, Pau Villoria; y el de Empresa y Competitividad, Joan Aregio, así como el líder de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, Alfred Bosch.  Al presidente  Puigdemont ya se le ve hasta en aquellos lugares donde no está presente. Algunos ciudadanos hasta creen que tiene el don divino de la ubicuidad. Su supuesta 'presencia' en Torrejón de Ardoz (Madrid) llevó hace unos días a seis números de la Policía Nacional a desplazarse al parque de Europa,  en el que teóricamente se encontraba tras ser alertada por un vecino. Se le había confundido con el cómico Joaquín Reyes. Esas cosas sólo suceden aquí, en la España de Frascuelo y de María. Personalmente, no soy catalán ni me considero separatista. Pero, con el debido respeto, entiendo que hay momentos y circunstancias en la vida de los pueblos en los que los símbolos quedan mejor en los expositores de las vitrinas.

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