Decir, como ha dicho el Ejecutivo, que
“los desplantes institucionales, además de injustos y mezquinos, ponen en
riesgo que Barcelona pueda seguir albergando en el futuro un evento global de
tanta importancia”, refiriéndose al Mobile
World Congress, se me antoja como una tremenda necedad. Y no estoy
insultando a nadie. Necio es el que insiste en sus propios errores, demostrando
con ello poca inteligencia. A mi entender, en momentos de gran tensión en
Cataluña por el desafío independentista, la presencia del jefe del Estado no
ayuda a mejorar los ánimos. El Mobile
se hubiese celebrado tanto si acudía el rey a Barcelona como si no lo hubiese
hecho. La presencia de Felipe VI,
sin duda, simboliza el apoyo de la Corona a la pujanza de la economía catalana.
Pero maticemos: el conjunto de los españoles que conformamos el Estado es una
cosa y la Corona, otra. Hace pocas fechas el rey visitaba Zaragoza con motivo
de la apertura de la Fima. ¿Acaso piensa
alguien que se venderán más tractores por aquella real presencia? ¿Por qué razón el rey no visita Ceuta yMelilla? Esas dos ciudades autónomas también
forman parte de España. Pero no lo hace, entiendo, porno incomodar a Mohamed VI, el vecino molesto. Si la alcaldesa Ada Colau y el presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, han decidido no estar presentes
en la cena de hoy domingo también es respetable, si se considera que todavía hay
políticos en presidio y políticos alejados de este país sobre los que pende la
espada de Damocles. Hoy, esos
políticos en la diáspora no temen a los “mangas verdes”
de la Santa Hermandad, disuelta en 1834, sino a las puñetas de las togas de la
Audiencia Nacional. Pero esas no serán las únicas ausencias a la cena. Tampoco parece que asistirán el secretario de
Telecomunicaciones de la Generalidad, Jordi
Puigneró; el de Empresa y Conocimiento,
Pau Villoria; y el de Empresa y Competitividad, Joan Aregio, así como el líder de ERC en el Ayuntamiento de
Barcelona, Alfred Bosch. Al presidente Puigdemont
ya se le ve hasta en aquellos lugares donde no está presente. Algunos
ciudadanos hasta creen que tiene el don divino de la ubicuidad. Su supuesta 'presencia'en Torrejón de Ardoz (Madrid) llevó hace unos días a seis números de la Policía Nacional a
desplazarse al parque de Europa, en el
que teóricamente se encontraba tras ser alertada por un vecino. Se le había
confundido con el cómico Joaquín Reyes.
Esas cosas sólo suceden aquí, en la España de Frascuelo y de María. Personalmente,
no soy catalán ni me considero separatista. Pero, con el debido respeto,
entiendo que hay momentos y circunstancias en la vida de los pueblos en los que
los símbolos quedan mejor en los expositores de las vitrinas.
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