Hoy, festividad de la Candelaria, llegamos al ecuador del solsticio de invierno y los fieles salen de los templos católicos con una vela en la mano por aquello de la purificación de las mujeres cuarenta días después de parto, según el Antiguo Testamento. Uno, quizás por su torpeza, no entiende la razón por la que era necesaria entre los judíos tal purificación. Tampoco comprende por qué por una ley del Antiguo Testamento sólo se tenían que purificar las mujeres. Hay quien entiende que todo deriva de unas fiestas paganas lupercales (Kalendas Martias) prohibidas en el año 494 por el papa Gelasio I. Gelasio fue, también, un comediante fenicio lapidado en el siglo III. Pero el nombre es griego y significa risa. En Estados Unidos coincide esta fecha con el Día de la Marmota. Los agricultores, que por estas fechas están muy pendientes del cielo, guardaban esas velas en casa para protegerse de las tormentas y beneficiarse en las cosechas. Hay un viejo refrán que dice: “El día de la Candelaria está el invierno fuera, pero si no ha nevado, y quiere nevar, invierno por comenzar”. Pues aquí, ya ven, se encuentra media España con campos nevados y en muchas carreteras de la mitad norte es obligatorio el uso de cadenas. Otros refranes señalan justo lo contrario. Dicen los italianos: “Per la santa Candelora se nevica o se plora dell'inverno siamo fora; ma se è sole o solicello siamo sempre a mezzo inverno”. En conclusión, mejor será que nos fiemos del Calendario zaragozano de Mariano Castillo Ocsiero, de gran utilidad dese 1862, cuando el índice de analfabetismo en España alcanzaba cifras escalofriantes y cuando en nuestro país no había estadísticas fiables ni existía Instituto Nacional de Meteorología, ni los legendarios barcos de mediados del siglo XX con nombres de vitaminas, ni los satélites artificiales que anticipan los meteoros por su posición y trayectoria. Pero, como prueba del interés que llegó a tener el Calendario zaragozano en el ámbito de lo que hoy se conoce como sector primario (agricultura y ganadería), en 1887, el Calendario zaragozano tuvo una tirada de 1.116.000 ejemplares, y todavía hoy sus ventas sobrepasan los 280.000, quizá por tradición de padres a hijos y porque agrega a sus previsiones meteorológicas el santoral completo y los días feriados en cada municipio. Castillo Ocsiero fue un gran observador del firmamento que guardó las previsiones meteorológicas que entonces aparecían en la prensa, llegando a la conclusión de que el tiempo en cada cuadrante del mapa español se repetía cada veinte años, aproximadamente. La Candelaria, en fin, pretende ser un rayo de luz en las tinieblas (aumenta el paro, por haberse puesto fin a la campaña de Navidad), es la fecha de caducidad para la retirada definitiva de los últimos belenes, de poder aprovechar algo más los rayos de sol (“por san Blas, hora y más”) y de preparar el “palmo” de Jueves Lardero, alegres y volando.
viernes, 2 de febrero de 2018
La Candelaria
Hoy, festividad de la Candelaria, llegamos al ecuador del solsticio de invierno y los fieles salen de los templos católicos con una vela en la mano por aquello de la purificación de las mujeres cuarenta días después de parto, según el Antiguo Testamento. Uno, quizás por su torpeza, no entiende la razón por la que era necesaria entre los judíos tal purificación. Tampoco comprende por qué por una ley del Antiguo Testamento sólo se tenían que purificar las mujeres. Hay quien entiende que todo deriva de unas fiestas paganas lupercales (Kalendas Martias) prohibidas en el año 494 por el papa Gelasio I. Gelasio fue, también, un comediante fenicio lapidado en el siglo III. Pero el nombre es griego y significa risa. En Estados Unidos coincide esta fecha con el Día de la Marmota. Los agricultores, que por estas fechas están muy pendientes del cielo, guardaban esas velas en casa para protegerse de las tormentas y beneficiarse en las cosechas. Hay un viejo refrán que dice: “El día de la Candelaria está el invierno fuera, pero si no ha nevado, y quiere nevar, invierno por comenzar”. Pues aquí, ya ven, se encuentra media España con campos nevados y en muchas carreteras de la mitad norte es obligatorio el uso de cadenas. Otros refranes señalan justo lo contrario. Dicen los italianos: “Per la santa Candelora se nevica o se plora dell'inverno siamo fora; ma se è sole o solicello siamo sempre a mezzo inverno”. En conclusión, mejor será que nos fiemos del Calendario zaragozano de Mariano Castillo Ocsiero, de gran utilidad dese 1862, cuando el índice de analfabetismo en España alcanzaba cifras escalofriantes y cuando en nuestro país no había estadísticas fiables ni existía Instituto Nacional de Meteorología, ni los legendarios barcos de mediados del siglo XX con nombres de vitaminas, ni los satélites artificiales que anticipan los meteoros por su posición y trayectoria. Pero, como prueba del interés que llegó a tener el Calendario zaragozano en el ámbito de lo que hoy se conoce como sector primario (agricultura y ganadería), en 1887, el Calendario zaragozano tuvo una tirada de 1.116.000 ejemplares, y todavía hoy sus ventas sobrepasan los 280.000, quizá por tradición de padres a hijos y porque agrega a sus previsiones meteorológicas el santoral completo y los días feriados en cada municipio. Castillo Ocsiero fue un gran observador del firmamento que guardó las previsiones meteorológicas que entonces aparecían en la prensa, llegando a la conclusión de que el tiempo en cada cuadrante del mapa español se repetía cada veinte años, aproximadamente. La Candelaria, en fin, pretende ser un rayo de luz en las tinieblas (aumenta el paro, por haberse puesto fin a la campaña de Navidad), es la fecha de caducidad para la retirada definitiva de los últimos belenes, de poder aprovechar algo más los rayos de sol (“por san Blas, hora y más”) y de preparar el “palmo” de Jueves Lardero, alegres y volando.
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