La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se cree que es el oráculo de Delfos,
que conoce su futuro de la boca de la Pitia,
en este caso, de Mariano Rajoy,
que se comunica directamente con la divinidad. Y esa señora acaba de decir en 20 Minutos, además de que todavía el
Gobierno no tiene Presupuesto para 2018, que la reforma electoral que pretende
llevar al Congreso Ciudadanos y Podemos perjudica a la España despoblada.
Claro, la actual Ley Electoral, por aquello de la Ley D’Hondt, o sea, del cálculo proporcional, que divide el número de votos
emitidos para cada partido entre el número de cargos electos con los que cuenta
cada circunscripción. Dicho en plata: que un aspirante a diputado lo tiene más
fácil en Soria o Teruel que en Barcelona o Madrid para conseguir su escaño. Y
eso, evidentemente, no beneficia al PP por ser un partido mayoritario. Mariano
Rajoy parece que se encuentra en horas bajas si tiene en cuenta los últimos
sondeos y teme lo peor, es decir, que Ciudadanos le reste votos en los próximos
comicios. Y la sombra alargada de UCD le produce pesadillas. Se le aparece Pitia
mascando laurel en éxtasis señalando con un dedo la imagen de Landelino Lavilla. Recuerden que
en las elecciones generales de 1982, en las que venció de forma aplastante el PSOE,
UCD presentó como candidato a Landelino Lavilla, y solo obtuvo
1 425 093 votos (6,7 %) y 11 escaños, perdiendo 157 diputados
respecto las anteriores elecciones. En el momento en que UCD pasó a la
oposición su secretario general era Íñigo
Cavero. El 11 y 12 de diciembre de 1982 se celebró un congreso
extraordinario en el cual Landelino Lavilla fue confirmado como presidente y Juan Antonio Ortega fue elegido
secretario general. Tras todas estas escisiones y el pésimo resultado
electoral, UCD se disolvió el 18 de febrero de 1983 aunque su grupo
parlamentario se mantuvo hasta 1986. En España existe casi el mayor paro de
Europa y trabajo muy precario; se produjo un tremendo rescate bancario cuyo
dinero prestado no devuelven a la UCO; los beneficios económicos de los que
presume el Gobierno no llegan a las clases populares; la deuda pública es de
órdago a la grande; la gestión del Gobierno en el proceso catalán ha sido un
fiasco; los casos de corrupción dentro de ese partido producen alarma social;
aumentan las listas de espera en los hospitales públicos; no saben qué hacer
con la educación ni con la televisión pública; y se pasan el día diciendo a la
rosa de los vientos que se acaba el fondo de pensiones y ponen como solución el
“ya veremos…”. Ante ese panorama infumable, va a ser difícil contener a una
gran parte de pensionistas y jóvenes sin futuro que ya están mirando a Rivera como un posible “redentor”
de causas perdidas. El jarabe de palo
aplicado en Cataluña por las fuerzas del
orden el pasado 1 de octubre y el
conocimiento por la ciudadanía de que el director general de Tráfico se
encontraba en su casa de Sevilla,
mientras muchos conductores quedaban atrapados por la nieve en diversas
carreteras, han sido las guindas del merengue. Ahora dice Rajoy que los fondos
de pensiones podrán ser rescatados pasados 10 años, pero no aclara en qué
condiciones. Que lo diga, hombre, que lo diga. Aquí ya nadie se pasa el día escuchando a sibilas y con el dedo dentro de la boca, chupando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario