Ayer me equivoqué. Señalaba que Ada Colau y Roger Torrent no iban a asistir a la cena del MWC con el rey en el Palau de la Música de Barcelona. Sí lo hicieron. No iban a acudir al
besamanos. Perdonen el lapsus. “Yo estoy para defender la Constitución y el Estatut”, le dijo Felipe VI a Colau. Esa es una frase retórica, pura tautología, que
sirve para un roto y para un descosido. Pues claro que el rey está para
defender la Constitución, por la cuenta que le trae. No se espera que diga otra cosa. Isabel San Sebastián, en el diario ABC, denomina a Ada Colau como “lideresa antidesahucios devenida en alcaldesa”; a Torrent le conoce como “presidente de una Cámara en la
que todos cobran por no hacer nada”; a Puigdemont,
“el cobarde huido de la justicia”, etcétera. Ignacio Camacho, mucho más correcto que su inconsecuente compañera
de columna, al referirse a los desprecios, entiende que “el Rey ya está acostumbrado. Entre los pitos de la Copa, los
desaires en Gerona y la manifestación de agosto, sabe desde hace tiempo que en
Cataluña siempre le espera un mal rato”. (…) “Pero de cara al exterior ha
aprendido a poner cara de palo, incluso a sonreír para que los del MWC no
sientan la tentación –o se la aguanten, porque sentirla la sienten– de
empaquetar sus bártulos”. Supongo que a Camacho, por asociación de ideas, le
vino a la memoria lo ocurrido con la Agencia
Europea del Medicamento. Sonreír o
poner cara de palo son gajes del oficio. Para todo se necesitan tablas.
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